Año 06 - Mes 08: Julio 2014

También en Julio asistimos a un evento nuevo para nosotros que, además, se hacía al lado de casa, un poco más allá de la fábrica de sidra El Gaitero, famosa en el mundo entero.

Se trataba de la segunda edición del  MotorBeach Fest, una mezcla extraña y curiosa…

Que se organiza muy cerca del mar, en alguna playa…

Donde los humanos puedan unir dos aficiones: motos y surf.

Las compañeras allí congregadas eran de lo mas llamativo, auténticas preparaciones tipo bober,…

O con algún componente tomado prestado del mundo del surf y el skate, como los guardabarros de esta compañera.

También había alguna de difícil clasificación y extraña belleza…

Pero la mayoría eran preparaciones tipo naked, café racer, o cualquiera de los nombres con los que se suele intentar agruparnos.

Por supuesto, como en todo festival había tiendas variadas con artilugios de lo mas variado, desde bicis chopper…

Hasta minicaravanas….

Que bien podrían caber dentro de la caja de esta singular camioneta... huy, perdón, de este pick-up.

En fin, no es una concentración en la que yo disfrute pero hay que reconocer que Santi estaba en buena compañía…

Y hasta pudimos visitar a los amigos de Expomoto del Cantábrico…

Que tenían esta impresionante preparación sobre una V-Max que daba más de 300 caballos de potencia, toda una bestia.

Pasamos un rato divertido con Angel al que le agradecemos su amabilidad para mostrarnos las máquinas que tenían allí expuestas y que eran auténticas joyas únicas.

Para finalizar el mes nos acercamos hasta Pobladura de las Regueras en la vecina provincia de León…

A donde acudimos a disfrutar de una prueba del Campeonato de Castilla y León también puntuable para el Campeonato de Asturias.

Da gusto ir al circuito permanente de trial que tienen aquí montado porque a la mayoría de las zonas me puedo acercar por mis propios medios.

Además hay una zona de obstáculos artificiales donde mis pequeñas compañeras ya comenzaban a subir por enormes piedras…

Llegando a volar literalmente de una a otra.

Pero lo más bonito está en las zonas naturales donde se puede disfrutar del paisaje…

Mientras las trialeras escalan por sitios que parecen imposibles.

Y es que parece que van siempre a tope, con la rueda delantera en el aire…

En posturas que parecen imposibles.

Para finalizar el día, disfrutamos de alguno de los conocidos puertos que unen León con Asturias, parando para hacerse alguna foto de grupo, como no

Como veis, para los pilotos es muy importante tener bien “los pelos” para salir en las fotos, claro.








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Año 06 - Mes 08: Stella Alpina 2014

Por fin, el mes de Julio me tenía preparado un bonito viaje que, a juzgar por lo que indica el GPS, va a comenzar animadito.

El primer día hicimos uso de esas fantásticas máquinas del espacio-tiempo que son las autopistas, capaces de desplazarnos a mucha distancia en poco tiempo, incluso algunas tienen bonitas áreas de descanso…

Como esta cercana a Pau y dedicada a El Tour de Francia a su paso por Los Pirineos.

Tras un primer día de acercamiento por autopistas, llegó la hora de visitar alguna cosa como el curioso y bonito puente de Langlois en el canal navegable de Arlés a Bouc.

Da gusto ver lo bien conservados que estas antiguas estructuras.

Tras la visita decidimos seguir viaje por las carreteras nacionales pero tras cientos de rotondas, límites de 30 kms/h, pasos de peatones elevados y demás obstáculos, decidimos volver a la autopista para avanzar algo.

El clima empezó a cambiar a peor y Santi decidió abandonar de nuevo la autopista…

Para llevarme a visitar otro de los templos donde mis compañeras deportivas se baten en emocionantes duelos.

Tras la visita a los alrededores y la foto de rigor, emprendimos la marcha…

Pero enseguida tuvimos que hacer otra parada porque empezó a llover y paramos para poner el chubasquero en la típica área de descanso francesa con todo tipo de servicios.

Otro trocito de autopista hasta Niza, donde tomamos dirección norte para adentrarnos en la Route de la Vésubie... y comenzó a llover con muchas ganas.

Una pena puesto que el paisaje era precioso pero casi todas las fotos salieron mal por la lluvia y las gotas de agua en el objetivo de la cámara.

Comenzamos a ascender un puertecito con preciosas vistas sobre el valle, mientras que la lluvia disminuía considerablemente.

Anda mira, unas compañeras… les dí un minuto de ventaja y me fui “a por ellas”…

Bueno, aunque primero me paré en esta curiosa fuente con una noria móvil…

Y después volví a parar para ver esta postal del pueblo de La Bollène-Vésubie…

Y aún volvería a pararme para contemplar el paisaje que iba dejando tras de mi, atravesado por un sinfín de curvas y mas curvas…

Que me llevaron a uno de esos puertos míticos, una de esas carreteras que salen en todas las listas de “carreteras mas guapas”.

Ah, y… “las cogí” arriba, paradas… ¿o creíais que no lo conseguiría?.

En fin, después de dos años de espera para conquistar este puerto, Santi se tomó su tiempo para empaparse un poco de su historia…

Claramente marcada por las pruebas de rallies que se celebran anualmente en estas carreteras.

Después de un café y un poco de charla con la pareja que iba en las dos motos que me pasaron subiendo el puerto, volvió a colocar todos los trastos y emprendimos la bajada…

Comenzando a ver las famosas curvas “amuralladas” de este puerto.

El descenso por la cara sur es el mas conocido y llama mucho la atención la gran cantidad de muros que hay para poder ir ganando altura curva a curva, aunque estas no son las curvas que yo buscaba.

Mucho mas abajo me encontré con esta bonita capilla con el acceso a través de un puente de piedra sobre la carretera pero…

Nada mas pasar bajo ese puente, me encontré con las famosas curvas del Col de Turini. ¡¡¡las que yo buscaba!!!.

Una foto de la localización exacta puesto que Santi no fue capaz de encontrarla por internet… angelito, yo llegué sin problemas.

Y mientras sacábamos fotos, nos dimos cuenta de que esta es una carretera frecuentada por todo tipo de vehículos: motos, bicis, coches… aquí una excursión de superdeportivos que bramaban como posesos en cada curva, digo… en cada trocito de recta.

Cuando ya creía que comenzaríamos a rodar de nuevo, volvimos a parar unos metros mas abajo para tener otra perspectiva de las famosas curvas, y no es para menos.

Por fin dejó de llover aunque seguía muy nublado, tanto que las fotos no hacen justicia, en el fondo de la foto se debería ver el mar pero no se aprecia.

Un estrechísimo túnel y unas decenas de kilómetros mas nos devolvieron a la autopista.


El día siguiente amaneció espléndido y a través de mis “máquinas del tiempo y el espacio” me fui acercando a mi siguiente destino.

Parece ser que no soy la única que viaja en verano, y en esta carretera se notaba especialmente.

Otro tramo mas y parece que se va aclarando mi siguiente destino ya que todos los caminos conducen allí.

Entramos guiados por mi amigo el GPS que me evitó perderme por las afueras de esta gran ciudad.

Ya en pleno casco histórico, empiezan los monumentos y monumentos y mas monumentos.

Y, como es lógico, las fotos y fotos y mas fotos.

Era un sábado a medio día, Santi lo planificó así porque supuso que habría menos tráfico… y acertó.
 
La verdad es que no entiendo muy bien el gusto de estos humanos por las ruinas…

Aunque algunas tienen una presencia abrumadora.

Otras no tanto, además, esta zona estaba en obras, ¿querrían pintarlo?.

Bueno, vale, desde este lado está mucho mejor y la verdad es que es espectacular.

Por fin Santi se dio el gustazo de ver el Coliseo Romano en vivo y en directo.

Continuamos la visita a la ciudad con el Circo Máximo, enorme aún en ruinas, no me imagino como sería en pleno apogeo, debió ser increíble.

Ah, y también pudimos ver una escena que bien podría pertenecer a la segunda parte de Vacaciones en Roma.

Santi estaba muy interesado en la siguiente visita y me dejó aparcada en una sombra, allí tirada, mientras el se iba a turistear… pero se encontró con esto.

Toma, esto te pasa por dejarme abandonada: la Fontana de Trevi en obras, protegida por un enorme muro de cristal y llena de andamios.

Continuamos el recorrido por la ciudad con el Castillo de Sant Angelo, junto al río Tevere por el que navegan barcos turísticos.

A medida que avanzaba la tarde se iba complicando el tráfico y había muchos mas turistas a pesar de lo que pueda dar a entender esta enorme calle empedrada que según Santi me llevaría a un nuevo país.

Anda, pues si parece que cambiamos de país, tal vez uno de los países mas pequeños del mundo, El Vaticano, repleto de turistas haciendo fotos y bajo un sol y un calor que hacían que mi electro ventilador llevase funcionando durante casi toda la visita a la ciudad.
Un país formado por una plaza y cuatro calles, no hay cartel que indique que entras ni que sales, es algo extraño pero no podíamos irnos sin una foto de pareja.

Por fin abandonamos la ciudad y tras un rato de autopista volvimos a las carreteritas donde en cualquier paradita encontrábamos bonitos rincones.

Seguimos por carreteritas y Santi empieza a sacar fotos a un pueblo que se ve a lo lejos y que me suena…

Un pueblo entre campos de cultivo y pequeñas colinas…

Un pueblo en el que ya estuve hace tres años.

Y es que estamos en el pueblo de un ídolo motero…

Que creó todo un complejo dedicado a sus andanzas.

Así que Santi se fue a desayunar en una terracita al lado de la tienda de regalos.

Por cierto, curioso el desayuno, ¿no crees?.

Como en la otra ocasión, tras el desayuno se fue al club de fans oficial de Valentino Rossi…
Donde tienen un montón de recuerdos de su ídolo.

Y como en la otra ocasión, aprovecho para hacer socio del club a un amigo suyo.

Aquí lo vemos a la salida de club de fans en una pose un poco rara y es que mi gordito intentaba tapar la barriga con la bolsa de los regalos…

Por cierto, así le quedan los regalos a Mario: Camiseta, gorra, distintivo para el coche y, sobre todo, carnet oficial del club de fans de Valentino Rossi con el número 4846.

Desde luego, este es un pueblo con un ambiente motero increíble…

No hay mas que ver la cantidad de pegatinas que tiene el cartel de la entrada “principal”.

Cuando ya nos íbamos, nos encontramos con esta sorpresa que no vi hace dos años, nada mas y nada menos que dos enormes camiones de VR46…

En unas instalaciones impresionantes donde supongo que estará la sede de este gran campeón.

Dejamos atrás las múltiples rotondas de los alrededores de este pueblo, tomamos un tramo de autopista y enseguida nos plantamos en Imola, donde fuimos a visitar otro circuito de renombre.

Una foto para el recuerdo…

En este circuito mítico…

Donde todo es de color rojo… Ferrari.

El calor de día dio paso a una pequeña tormenta que me refrescó mientras circulaba por una carreterita en la que nos encontramos con este precioso castillo…

Que tenía un avión a su lado, un adorno un tanto curioso.

Había algo de tráfico dado que la carretera discurría por un pequeño parque natural al lado de un río lleno de bañistas.

La carretera pasó de ser preciosa en el valle, a ser fantástica subiendo el Passo del Giogo.

Muchísimo ambiente por la carretera y muchísimas motos en lo alto…

No hay mas que ver la cantidad de pegatinas moteras que tenía la entrada del bar.

Comenzamos la bajada y justo en la base del puerto nos encontramos con otro circuito del mundial, el de Mugello.

Muy simpática la cabina de los guardias de seguridad de la entrada, por cierto.

Y de aquí nos fuimos a la siguiente visita turística del día, Maranello… porque le hacía ilusión a Santi, vamos.

Estamos en la ciudad de Ferrari y eso se nota en muchos sitios, increíble esta reproducción en madera de un Ferrari clásico que estaba en un parque… y ¿no se la lleva nadie?.

Curioso también los puestos de alquiler de coches… Ferrari, como no podía ser de otra forma.

Nos acercamos a su famoso museo…

un complejo enorme.

Por suerte, a estas horas el calor ya empieza a remitir tal y como muestra el arco de entrada al museo.

Mas puntos de alquiler de Ferraris…

Santi le hacía ojitos a este, y eso que no le gustan nada los coches, y menos los deportivos.

Al día siguiente volvimos al calor asfixiante y al sol, incluso por los paisajes podríamos decir que estamos en nuestra querida meseta castellano-leonesa.

Pero no, enseguida nos pusimos a atravesar un largo puente sobre el mar…

En busca de un sitio en el que “casi” estuve hace tres años…

Venecia, ahora si, en la anterior ocasión yo me quedé en Mestre mientras Santi visitaba Venecia, ahora yo llegué a la misma ciudad.

Tras una cortísima visita y un refresco, emprendimos la marcha por una autopista mucho menos congestionada que las que recorrí los últimos días… y con un paisaje de fondo muy prometedor.

Por fin, en este punto abandoné las autopistas y los peajes durante unos cuantos días…

Mientras me disponía a subir mi primer puerto con “tornantes”.

Aunque… tiene mala pinta, ese paso del fondo se ve muy complicado…

Pero enseguida vimos uno de los atractivos de este viaje, una obra de ingeniería espectacular…

Que permite atravesar este paso en tramos de ascenso sobre paredes de piedra…

Y curvas para enlazarlos excavadas en las paredes de la montaña.

Los túneles son tan estrechos que el paso es alternativo en una u otra dirección y está regulado por semáforos, uno abajo, otro arriba y otro en el medio aproximadamente.

Por supuesto, esta obra de ingeniería no podría haberse realizado sin los avances tecnológicos de… hace muchos años.

Tanto en el bar de lo alto del puerto como en distintos carteles en la carretera se podían ver fotos antiguas de las obras en las que se aprecia la precariedad de los medios materiales, humanos y animales con los que se realizó esta obra de ingeniería.

Tras llegar arriba y hacerme la típica foto con el cartel del Passo San Boldo, estaba claro que solo podía hacer una cosa…

Volver a bajar, claro.

¿O crees que iba a irme de este sitio tan espectacular sin disfrutar de nuevo de su trazado?

Pero bueno, el tramo es cortito y enseguida pusimos rumbo norte de nuevo, con las montañas como referencia.

Ya no hay vuelta atrás, me estoy adentrando en los Alpes y empiezan a mostrarse con todo su esplendor.

Sin darme cuenta, un nuevo puerto, poco conocido y con tráfico nulo, pero con un par de compañeras descansando en la parte alta.

Por cierto, según el ángulo esta zona puede parecer un poco tétrica, ¿no?.

Me llamó la atención lo bien indicados que estaban los caminos de montaña, algunos perfectamente asequibles para mi… pero no va a ser en este viaje.

Otra cosa curiosa es que cada vez que fui a Italia me encuenté con algún vehículo militar, en esta ocasión con un camión que bajaba delante de mi y me dio paso amablemente en un tramo recto. En España pasan meses y años antes de ver un vehículo militar por la carretera.

Otro puertecito y otra foto en el cartel.

Ya te vale tío, mira que día y mira que carretera… ¡¡¡vamos a rodar!!!.

Tras bajar el puerto y circular un poco por el valle, comienza este otro puerto también con buenas obras de ingeniería.

El cartel en esta ocasión era mucho mas cutre pero también vale.

Tras coronar, la bajada ya es en Austria donde la carretera es mucho peor pero sigue teniendo un trazado divertido.

Austria… ¿y en que pienso cada vez que pienso en Austria?... pues en algo parecido a esto.

Bueno… y esto también, eh.

Alah, una paradita para contemplar una bonita cascada y hacerse la foto de rigor…

Y otra a mi, claro, con las casas típicas de aquella zona

Mira que rodaba a gusto por esas carreteras pero, como de costumbre, cada poco había que hacer una paradita y mirar atrás para contemplar el paisaje y hacer alguna foto para el recuerdo.

¿Y esto?, ¿no se suponía que se habían acabado los peajes?, ¿24€ nada menos?... espero que valga la pena.

Llegamos al peaje, nos ubicamos en el mapa, pagamos y…

Seguimos subiendo por un entorno espectacular.

Las nubes se hacen mas compactas y comienza a llover ligeramente pero el paisaje impresiona.

Por fin lo conseguí, llevaba tres años tras el Grossglockner y ya estoy aquí.

Impresionante lo mires como lo mires, y los nubarrones parecen realzar esa sensación de grandeza que se respira.

La naturaleza es increíble, estoy ante uno de los glaciares mas grandes y espectaculares de Europa.

Los humanos lo saben y construyen grandes complejos turísticos para acoger a todos los visitantes…

Incluso tienen un lugar privilegiado para nosotras, las motos, un enorme aparcamiento en el que en ese momento solo estaba yo.

Ante tal espectáculo, Santi no paró de sacarse fotos…

Y es que el lugar sobrecoge.

Por supuesto, no podía faltar una foto juntos antes de emprender el descenso.

Unos kilómetros mas abajo el cielo estaba algo mas despejado y se apreciaban mejor las montañas.

Como no podía ser de otra forma, paramos varias veces para deleitarnos con el paisaje y hacer muchas fotos.

Me encanta ser una maxitrail y me encanta el piloto que me tocó, un piloto que no para ni un momento…

Bueno, vale, aquí lo pillaron descansando un poco en un rinconcito cualquiera.

Pero enseguida continuamos con el descenso hasta un punto en el que había un cruce donde podíamos seguir hacia abajo de vuelta al hotel, o hacia arriba a lo desconocido.

Por supuesto, hacia arriba… y conquistamos otro bonito puerto con unas vistas impresionantes y una carretera muy divertida.

Este es uno de esos puertos que en lo alto tienen un túnel para ahorrar unos metros de carretera.

La idea era bajar por la otra vertiente pero el tiempo no daba para mas así que tuvimos que regresar por el mismo sitio.

Antes de llegar al fondo del valle, sacamos esta foto del pueblo de Heiligenblut, quizás el pueblo mas fotografiado de Los Alpes.

Aun pasamos otro pequeño puertecito…

Y llegamos a Lienz para pasar la noche y vimos este curioso artefacto para divertirse solo con la fuerza de la gravedad, desgraciadamente estaba cerrado.

El día siguiente amaneció gris y con nubes bajas, aun así, algunas fotos quedaron bonitas…

Pero es normal con estos paisajes tan guapos, en este caso, el lago Dobbiaco.

Seguimos ruta en dirección a los Dolomitas y antes de atravesar el primer puerto, comienza a llover.

Lo bueno de la lluvia es que Santi disminuye mucho el número de paradas para hacer fotos y ante un panel como este, lo que menos ganas tenía yo era de andar parando cada poco. ¿Cuál escojo?.

Pues comencé con el Passo Giau por la vertiente que aun no conocía… y sigo sin conocer dado que la niebla no me dejó ver nada.

Es desesperante, recuerdo que el paisaje detrás de esas nubes es increíble.

En fin, desciendo en dirección al siguiente puerto pero cada vez que despejaba un poco la niebla… paradita para hacer una foto.

Y si el tío miraba hacia atrás y le gustaba el paisaje… paradita para hacer otra foto.

Volvemos a disfrutar de unas grandes construcciones que hacen posible que la carretera remonte otro puerto.

Arriba, en Falzarego, una paradita para comprar una pegatina y a continuar viaje bajo una incesante lluvia.

Disfruté de la bajada sin ninguna parada atravesando el Passo de Valparola, y volví a remontar otro puerto, el Passo de Campolongo, en el que ni siquiera paré porque ya lo conocía y la niebla no permitía ver nada.

Eso si, durante el camino hicimos alguna foto en las zonas bajas de los valles que estaba un poco mas despejado.

Y después de llegar a Arabba Fodom, comenzó uno de los puertos mas divertidos para mi, el Passo Pordoi.

Desgraciadamente, también cubierto por la niebla. Ahí al fondo hay un enorme macizo rocoso que solo vi en una ocasión de las tres que pasé por aquí.

Un poco desilusionada por tanta niebla, baje en dirección a Canazei bajo una fina y constante lluvia.

Siguen impresionándome las construcciones de esta zona, con una arquitectura muy particular.

Dado que la lluvia aumentaba a medida que pasaba el día, seguí camino en dirección al próximo lugar para dormir, pasando antes por el Passo di Costalunga, que no conocía aun.

Un bonito sitio con aparcamiento exclusivo para motos que, junto con la cantidad de pegatinas de su cartel, me hace pensar que con un clima algo mas agradable, aquí tiene que estar lleno de compañeras.

El día siguiente amaneció como el anterior, lloviendo, pero el hecho de encontrarme en este sitio hace que tenga el ánimo por todo lo alto.

Lástima de niebla, lástima de paisajes ocultos.

Al llegar al punto de inflexión del puerto, mas o menos donde desaparecen los árboles y se abre de forma considerable el valle, la visión de lo que me espera es preocupante…

Y a medida que asciendo sola por la carretera, sin cruzarme con nadie, sin adelantar a nadie, sin que nadie me adelante…

La nieve hace acto de presencia al lado de la carretera, nada preocupante, el asfalto está seco.

Anda, mira… menos mal que no lo pillé subiendo porque es uno de los peligros que te puedes encontrar por sorpresa en una curva.

¡¡¡Yo sola!!!, ¡otra vez…!

Bueno, mi cuarta foto en el Stelvio. Al menos no tuve problemas de aglomeraciones delante del cartel.

Ah, y una foto con  las famosas curvas, porque Santi tenía una pero yo no.

Después de comprar un par de recuerdos y dado que estaba casi todo cerrado y hacía un frío considerable (un par de grados), emprendimos la bajada por la cara sur. Mira, al fondo se ven las dos vertientes:  la derecha el Umbrail Pass en dirección a Suiza y a la izquierda el Stelvio en dirección a Bormio.

A medida que desciendo por la vertiente “fea”, las nubes se despejan y el paisaje se muestra en toda su plenitud.

Incluso salió un poco el sol a pocos kilómetros de Bormio.

Sin parar siquiera, atravesamos el pueblo y cruzamos otros mucho mas pequeños en los que se conserva la antigua calzada empedrada.

Comienzo el ascenso hacia el Gavia por la vertiente que aun no conocía y que presentaba un clima similar al Stelvio: lluvia, nieve y niebla.

Por supuesto, en la parte alta no había nadie, tan solo un par de turistas en coche.

La bajada por el lado mas conocido es tan impresionante como recordaba, aunque un poco mas nublada.

Ya en el fondo del valle hice unos cuantos kilómetros de enlace aunque pasé por este pueblo-puerto que me amenizó bastante el viaje.

El destino era Tirano, justo en la frontera de Italia con Suiza y donde comienza el Bernina Pass, un puerto que da nombre al impresionante y fotogénico Bernina Express.

Comienzo a ascender, comienza a llover y faltan ganas de parar a sacar fotos, así que aprovechamos las obras para hacer una foto.

La verdad es que los humanos tienen razón, soy una campeona y parece que “voy sobre railes”.

Llego al alto del puerto y de nuevo me encuentro sola en lo que debería ser un paisaje abrumador…

Pero la niebla apenas me deja ver mas allá de unos centenares de metros. Recuerdo que al otro lado de ese pequeño pantano hay un glaciar precioso.

Nada, para abajo y a por otro puerto que no conocía… y que también estaba condicionado por el mal tiempo.

Lástima de niebla.

Tan pocas compañeras me encontré que cada vez que me cruzaba con alguna los pilotos se saludaban efusivamente.

Subí y bajé el puerto por la misma vertiente para continuar viaje por el valle de St. Moritz, donde el clima era un poco mas benévolo, pero solo en las zonas bajas.

Parece que hay familias a las que no les importa mucho el clima ni el precio de la gasolina a la hora de irse de vacaciones, y en esta encontré un buen ejemplo.

Aprovechando la tregua climatológica, llegué al Maloja Pass…

Un puerto que descubrí hace un par de años y me encantó.

Curvas, asfalto, paisaje… todo bonito así que lo bajé, lo subí y volví a bajarlo, por supuesto.

Después de eso, continué por el valle parando para hacer alguna que otra foto…

Hasta que volvimos a entrar en Italia y comenzamos el ascenso del Passo de Spugla, que aun no tengo muy claro si fue una diversión para los ingenieros que lo construyeron…

O una auténtica pesadilla.

Después del tramo anterior, con curvas, desniveles, túneles y puentes por todos lados, vino un trozo mucho mas tranquilo bordeando un pantano que, de no ser por el frío y la lluvia, hubiese sido un buen sitio para parar un rato.

Finalmente coroné el puerto que pasó a ser el Spügenpass al entrar de nuevo en Suiza.

Empiezo la bajada por el lado mas famoso de este puerto y ya empiezo a ver las curvas al fondo…

Unas curvas que parecen trazadas con regla y compás, todo un espectáculo.

El resto de la bajada no era tan espectacular y poco después de llegar al valle comenzó al ascenso al último puerto del día, el San Bernardino.

Partiendo de un valle llano ascendí el puerto que en su parte alta también tiene otro espectacular pantano, como de costumbre por estas tierras.

Otro precioso sitio totalmente solitario debido al tiempo, una pena.

Y eso que las curvas y el firme de la parte alta prometen mucha diversión.

Por suerte, el día siguiente amaneció un poco mas despejado y pude disfrutar del resto del puerto y sus paisajes con calma.

De nuevo me encuentro las travesías de los pueblos con el adoquinado antiguo de estas carreteras, una preciosidad.

Otro tramo de valle con buen tiempo y de nuevo puerto arriba, en busca de los paisajes de ensueño… y la lluvia.

Nuevo puerto que aun no conocía, el Lucomagno…

En cuya bajada pude observar que hasta las cabras buscaban resguardo de la lluvia y el viento.

En esta ocasión, la lluvia no disminuyó al llegar al valle, de hecho aumentó en Muster donde puede observar otro de los bonitos trenes de cremallera suizos.

Con tranquilidad e intentando disfrutar del paisaje, llegué a un faro… ¿un faro en un puerto?, ya ves, había estado aquí con anterioridad pero no me había fijado.

La verdad es que es un poco triste ver tan pocas compañeras debido al tiempo pero las nubes y la niebla pueden tener su encanto.

Al fondo el bonito pueblo de Andermatt, de donde parten el Furkapass, el San Gotardo, el Oberalpass (que es donde estoy) y casi, casi comienza el Sustenpass, mi próximo destino.

Eso si, paradita en el Puente del Diablo, que tiene su propia leyenda mitológica y todo.

Leyenda a parte, es una construcción magnífica que queda un poco deslucida por el puente de la carretera actual del San Gotardo en su cara norte.
Tras la visita, comienza la subida al Sustenpass, un puerto que supongo que estará tras toda esa niebla.

Por esta zona es típico que los bares tengan motivos “moteros” para atraer clientes…

Aunque me parece que con este cenicero se pasaron un poco.

Unos kilómetros mas arriba llegué al túnel que hay en la parte alta del puerto… y me lo encontré un poco nevado…

Tanto que mi patoso piloto casi se cae un par de veces subiendo las escaleras que conducen al bar-restaurante que, por cierto, estaba cerrado… y van dos veces que paso por aquí y lo encuentro cerrado.

En el descenso, el paisaje sigue siendo el mismo durante un buen tramo: nieve y niebla.

Imposible disfrutar del paisaje, continuaba la niebla y continuaba lloviendo, así que disfrutaba de los rinconcitos cercanos. No me diréis que por esta zona no son creativos a la hora de almacenar la leña, ¿no?.

Ascendiendo el siguiente puerto continua la lluvia y sigo sin ver mas allá de 500 metros, así que solo puedo hacer fotos a lo que hay cerca de la carretera…

Y de no ser por el GPS que me llevaba derecha a un lago, me hubiese pasado el famoso muro del pantano, totalmente invisible a causa de la niebla.

Al coronar, Santi decidió refugiarse en un bar para entrar un poco en calor y ver si despejaba algo el tiempo…

Contemplando el arte motero de algunos lugareños.

Desgraciadamente, una hora después el tiempo seguía igual, así que me hice la típica foto con la estatua de mi compañera del Grimselpass… y me fui.

Se que detrás de todas esas nubes está la preciosa subida al Furkapass, pero no la veo, y no la disfrutaré, así que me voy en otra dirección.

Eso si, Santi se entretuvo un poco en la estación del ferrocarril que hay en el cruce de los dos puertos.

Impresiona ver la pendiente que puede salvar este antiguo tren de cremallera, bastante mayor que la de la propia carretera.

Seguí descendiendo y el agua seguía haciendo de las suyas, como se puede ver en las fotos.

Mira que estatua mas curiosa me encontré, son un poco bestias por aquí, ¿no debería ir el humano sobre el caballo?.

Y también son bestias para las construcciones, vaya pedazo de hórreos que ví, mucho mayores que los asturianos pero con una arquitectura similar.

El día siguiente amaneció… lloviendo y con niebla. En el hotel aseguraban que al otro lado de la carretera había unas montañas impresionantes.

Ya acostumbrada, hago los últimos kilómetros por un valle Suizo camino del último puerto de este país, el Forclaz, con ese paisaje místico que ofrecen las nubes bajas.

Poco después y con los mismos bonitos pueblos alpinos, volvía a entrar en Francia…

y llegué a Chamonix, donde se supone que detrás de toda esa niebla está el Mont Blanc, que sigo sin poder ver a pesar de haber pasado por allí en tres ocasiones, las tres con el mismo clima.

Dado que era imposible disfrutar de los paisajes de las montañas por la niebla y la lluvia, decidí hacer el resto del recorrido por el fondo del valle donde, al menos, no llovía. Y así llegué al castillo de Marie-Thérèse que ya conocía de otra vez pero que nunca había fotografiado.

Solo quedaba un puerto que aun no conocía, donde abandoné de nuevo Francia y volvía a entrar en Italia.

Por cierto, este era el paisaje gris y nublado que quedaba tras de mi, en la zona francesa…

Y este el esperanzador cielo azul que se abría frente a mi en la parte Italiana.

Casi no podía creérmelo, otro puerto con su correspondiente pantano pero en este, el sol brilla y calienta…

Así que apetece hacer una paradita para contemplar el paisaje rodeada de las flores del verano.

Después de una larga y espectacular bajada, con un sol cada vez mas resplandeciente y una carretera muy divertida, apenas paramos para hacer fotos, teníamos ganas de disfrutar después de varios días lloviendo y sin poder ver el paisaje.

Como quien no quiere la cosa, llegamos a nuestro destino, el pueblo de Bardonecchia…

Donde dimos una primera vuelta para situarnos y darnos cuenta de que se respiraba ambiente motero por todas las esquinas.

Aunque el día grande era el domingo y aun era viernes, ya había decenas de compañeras por las calles del pueblo, compañeras de lo mas variopintas…

Desde estas antiguas alemanas perfectamente equipadas…

Hasta estas clásicas españolas (de matrícula austriaca) dispuestas a no quedarse atrás…

Pasando por estas espectaculares compañeras de marca, mas aptas para una competición que para esta salida de aficionadas.

Después del primer contacto del viernes, lo bueno llega el sábado en un día bastante gris que anima aun mas la subida.

Los primeros kilómetros desde Bardonecchia son por una carreterita con mal asfalto, gravilla, un solo carril… y curiosas fuentes.

Además asciendo por un frondoso bosque.

La carreterita acaba en este pequeño pueblo, Rochemolles,…

Donde pude ver a unas compañeras que debieron portarse muy mal porque sus pilotos las traían sobre un remolque y solo las dejaron rodar a partir de ese punto.

Yo sigo a lo mío y asciendo ya por pista de tierra, contemplando el paisaje que queda atrás una vez que salgo del bosque de la zona baja.

La pista no tiene ninguna complicación salvo algún tramo sombrío donde finas capas de resbaladizo barro “entretenían” un poco el avance.

Por supuesto, a esta altura y después de las lluvias de los últimos días, los regueros presentan un caudal considerable.

No avanzamos nada… Santi se para una y otra vez a hacer fotos y mas fotos…

Mientras que en el horizonte empiezan a aparecer las imágenes que habíamos visto cientos de veces en fotos.

Por fin parece que estamos cerca…

Y se empiezan a ver muchas compañeras… en todas direcciones, ¿Dónde va cada una?.
Vamos a una acampada libre, aunque parece que hay gente que juega en otra categoría.

Ante mi pantalla aparece el increíble espectáculo que venía buscando…

Y un poco mas arriba, llegué a la zona de la acampada, donde mañana comenzará la auténtica subida.

Antes de acercarnos a la zona de acampada, era lógico, Santi se lía a hacer fotos del entorno.

Un “carrete de 36” mas tarde, nos acercamos y, como en todas las concentraciones, quedo aparcada en un rincón…

Mientras mi piloto se dispone a husmear entre mis compañeras, no muy numerosas, por cierto.

Mira estas dos, por ejemplo, perfectamente equipadas con neumáticos de carretera para llegar hasta aquí, y neumáticos de tacos para subir a por la estrella.

Anda, esta no está tan equipada, ni es tan moderna, ni está tan adaptada… ¿llegará mañana?.

Los sides antiguos tienen un encanto especial…

Aunque los modernos también tienen su aquello…

Y las compañeras de pequeñas cilindradas también.

Algunas preparaciones rozan lo estrambótico, pero ahí están, dando color.

Otras son verdaderas herejías, mira en que quedó lo que antes era una preciosa Africa Twin.

¿Y esto?, se ve que hay grupos de moteros que necesitan mucha infraestructura…

Y cuando no disponen de un camión para transportar la leña, se encarga alguna compañera, faltaría mas.

Tras una revisión de todas las motos y una charla con unos cuantos españoles de distintas zonas, mi piloto se fue a visitar el entorno.

Foto de este fantástico entorno… y va el tío y se pone justo delante de la cascada… ¡desde luego!.

En fin, este es el pequeño albergue con un bar donde se intercambian historias y aventuras.

Además de ser el escenario de esta concentración, desde aquí parten muchas rutas de senderismo.

Según los compañeros españoles que conocimos, este año hay muy poca gente, quizás debido al clima, aunque el día grande es mañana…

Y siguen llegando mas y mas compañeras, algunas disfrutando del pequeño charco a la entrada de la zona de acampada.

Toca despedirse por hoy, no sin antes admirar a esta equipadísima compañera con un piloto con muchas arrugas en su cara y, probablemente, muchos kilómetros en su trasero.

De nuevo en el pueblo, mi piloto se alimenta mientras sigue disfrutando del ambiente motero en todo el pueblo.

Y es que no hay mas que motos y mas motos allá por donde mires.

Camino del hotel, siguen llegando motos, sides, motos, sides, motos,... Yo me voy a descansar, mañana es el día grande.

Increíble, amanece un día de sol espectacular y los paisajes que me impresionaron ayer, hoy son mas bonitos aun, si cabe.

Me acerco a dar un paseo por la zona de acampada, es muy temprano, apenas las 09:00 y la mayoría de pilotos está despertándose o durmiendo aun.

Yo a lo mío, comienzo el ascenso en el cruce de ayer.

Tras un pequeño tramo de curvas en zig-zag, gané altura rápidamente y la acampada se veía lejos, al fondo.

Todo el viaje estuvo marcado por la lluvia de estos días y eso se hace notar en algunas zonas donde el barro complica un poco el paso, pero nada preocupante.

¿Y aquello…?, parece la furgoneta, se ve que este año la nieve está muy baja.

Pues sí, hasta aquí llegué…

Y ahora una foto para inmortalizar el momento.

Al final lo conseguí: mi primera Stella Alpina.

Ya que no hay nada mejor, una foto con la camiseta en el lugar de recogida.

Ahora solo queda disfrutar del momento en una preciosa mañana soleada.

Es muy temprano, no llega a las 10:00 y eso hace que haya muy pocas compañeras aun.

No obstante, iban llegando poco a poco…

Incluso las mas veteranas… sin complejos.

Aquí dos compañeras de la misma marca y del mismo estilo pero con muchos años de diferencia entre ellas… y las dos llegaron aquí arriba.

Después de un buen rato, comienzo la bajada y vi que había pilotos que subían a por la medalla… ¡¡¡sin su montura!!!, no podía creérmelo.

No me preocupo mucho y sigo disfrutando del buen tiempo y las espectaculares vistas.

Bajaba en hora punta de subida y me crucé con muchas compañeras. Mira una valiente rutera subiendo con una pareja sobre su asiento.

Cuando veía un grupo numeroso, me apartaba en un lado de la pista para dejarles paso y ver como ascendían, así no había problemas a la hora de cruzarse.

Impresionantes vistas, el sol hace que todo sea mas bonito.

Mucho mas abajo seguía cruzándome con compañeras que ascendían… incluso algunas algo fuera de lugar.

Tras llegar a Bardonecchia, me encaminé por una carreterita de montaña desde donde se podía ver al fondo, el puerto de Sommeiller, donde debería haber llegado pero la nieve no lo permitió.

Preciosa mañana, bonito puerto, poco tráfico, gran paisaje…

Y crucé el Col de l’Echelle que me llevó de nuevo a Francia.

A partir de aquí enlacé unas cuantas carreteras por el fondo de los valles...

Y llegué a una zona donde la lavanda tenía de azul gran parte del paisaje.

Crucé un pequeño puerto…

Y otro mas…

En una zona relativamente baja, sin grandes montañas…

¿o no?.

Sin apenas darme cuenta volví a estar en uno de los grandes puertos de Francia, muy concurrido por ciclistas, moteros y excursionistas en una soleada mañana de domingo.

Ascendí lentamente, parando muuuuchas veces, sobre todo después de abandonar la zona baja y boscosa…

Y llegar a la zona “desértica” tan característica de este puerto.

El paisaje impresiona en cualquier ángulo.

Arriba mucho ambiente, muchísimo…

Pero por fin pude sacarme una foto en el Mont Ventoux, llevaba varios años esperando…

Y la verdad es que no me defraudó, es un coloso impresionante.

Por supuesto, la bajada la hice por la otra vertiente…

Y de ahí, hasta Oviedo, ya no hay nada interesante que contar, salvo una parada en el Chiringuito Motero de Arriondas para que mi piloto comiese en condiciones y en buena compañía.