Año 01 - Mes 10: Stelvio y Dolomitas 2009

En el mes de Septiembre también llegó mi otro gran viaje el año. Mi compañera y amiga PanEuropean 1300, con su veterano piloto “El Roxu”, me invitaron a acompañarlos a los Alpes, así que antes de darme cuenta estaba asomada al lago Di Como.


El viaje hasta allí no tuvo mayor historia, tan solo autopista de transición durante un par de días. Pero a la mañana siguiente comenzarían los puertos y los paisajes increíbles, comenzando por este curioso puente de ferrocarril.


Se encuentra en el norte de Italia, en la vertiente sur del Passo del Bernina. Esperamos un poco y pudimos ver ascender uno de los múltiples trenes de cremallera que hacen el tramo entre Tirano y St. Moritz.


Impresionante ver como ascendía por las empinadas cuestas de mi primer puerto alpino. De hecho, es un tren más turístico que funcional y se podía ver que iba casi completo.


Después de las fotos seguimos ascendiendo hasta coronar el puerto por encima de los 2.200 metros y ya en tierras Suizas. Varias fotos con las nieves perpetuas y el lago con las aguas de un extraño color…


Y emprendemos la bajada por la misma vertiente pero desviándonos enseguida hacia el este para pasar el puerto de Forcola di Livigno que nos devolvería otra vez a Italia.


Bajamos al valle y cruzamos otro puerto importante donde los paisajes son, si cabe, más espectaculares. En este caso se trababa del Passo Foscagno que nos llevaría a Bornio. Allí buscamos alojamiento y nos dispusimos a atacar el puerto del día, uno de los objetivos de este viaje.


Comenzamos la ascensión nada más salir del pueblo y las vistas y la carretera son fantásticas desde los primeros kilómetros. Tan solo algunos túneles estrechos y oscuros entrañan alguna pequeña complicación, pero nada serio.


Estamos en la ladera sur, la menos conocida de este puerto, y aun así muestra un trazado sinuoso y espectacular.


Después de varios kilómetros de puerto, muchos kilómetros para lo que estoy acostumbrada, por fin corono el Passo dello Stelvio, un puerto que Santi y El Roxu habían decidido hacer este año justo el día que mi piloto me encargó en el Concesionario.


Como no, Santi se sacó la típica foto con la zona alta de la vertiente norte, la más conocida.


Y como no, nosotras emprendimos la bajada por esa vertiente para conocerla, faltaría más.
 


De este puerto poco se puede decir que no se haya dicho ya, su fama de “el puerto de los puertos” la tiene bien merecida por sus paisajes excepcionales…


Y sus míticas curvas o Tornantis como dicen por allí.


No es un puerto especialmente divertido para disfrutar de la conducción por sus constantes curvas cerradas de primera, pero realmente merece la pena admirar el trabajo que implicó su construcción


Curvas enlazadas sobre muros imposibles, incluso en voladizo para salvar el gran ddesnivel. Todo un alarde de tecnología de otra época que resiste el paso del tiempo y las inclemencias de la climatología de la zona (durante todo el invierno el puerto permanece cerrado por la nieve).


De nuevo bajamos a Bormio y no pudimos resistirnos a hacernos mas fotos. Aquí las tres protagonistas: PanEuropean, RT1200 y yo, con El Roxu, Fernándo y Santi respectivamente sobre nuestros asientos.


Mi primer día por los Alpes concluyó sin novedad y con la visita a algunos de los puertos más representativos de esta zona. Realmente estaba disfrutando del viaje.


Al día siguiente salimos de Bormio en dirección sur para atacar otro coloso de las etapas del Giro: El Mortirolo.


Impresionantes rampas por una carretera muy estrecha y cerrada por la vegetación en su parte baja. Este puerto había un monumento al ciclista Pantani (el Pirata) donde los pilotos se sacaron varias fotos y estamparon su firma.


En la zona más alta se abre el paisaje y las vistas son fantásticas. Aquí las tres protagonistas en fila en lo alto del puerto.


Realmente se llama Passo della Foppa pero todo el mundo lo conoce como “el Mortirolo”. Cosa de humanos.


Seguimos la misma rutina del día anterior: bajamos el puerto y casi inmediatamente comenzamos a subir el siguiente, el Gavia, otro gigante de los Alpes. Comienza metido entre los frondosos bosque de la zona…


Para atravesar posteriormente un paisaje más abierto con amplias vistas de los picos y valles cercanos.



Aquí estamos posando delante del letrero a más de 2.600 metros de altura.


Mucho ambiente es todos los puertos, aquí me encontré con esta veterana compañera de marca en perfecto estado de marcha.


Por la vertiente contraria a la que ascendimos se vuelve a bajar a Bormio, pero nosotras solo nos asomamos unos pocos kilómetros puesto que nuestros planes nos llevaban en sentido contrario.


En la bajada por el mismo lado paramos de nuevo a admirar el paisaje y sacar algunas fotos.


Me quedan cortos los adjetivos porque en realidad, las fotos no hacen justicia a lo que podían ver nuestros focos.


De vez en cuando hacíamos paradas más técnicas donde no era raro encontrarse con otras compañeras venidas de España para disfrutar de este paraíso motero.


Al día siguiente comenzaría nuestra aventura por el otro objetivo del viaje: los Dolomitas. Un auténtica delicia para rodar tanto para nosotras como para nuestras compañeras sin motor.


Esta es la zona más al este de los Alpes y destaca por sus majestuosas formaciones rocosas que abundan por todos lados.


Por supuesto, los puertos necesarios para unir las localidades que hay por aquí no dejan indiferente a ninguna moto por su fantástico trazado, su cuidado asfalto y sus magníficos paisajes.


Hablando de paisajes, el Roxu logó convencer a Fernando y, sobre todo a Santi, (que es un miedoso para el tema de las alturas) y se fueron los tres en un teleférico a regalarse unas vistas dignas de recordar para siempre.


Después del mal trago y a más de 3.000 metros de altura, Santi disfruto de unas panorámicas sencillamente espectaculares, no caben más adjetivos.


El teleférico es utilizado por multitud de senderistas que en la parte alta del mismo encuentran una enorme red de caminos señalizados para la práctica de su deporte favorito.


No obstante, algunos tienen la osadía de subir hasta allí andando… o más bien trepando y/o escalando. Desde la cabina del teleférico apenas se distinguían entre las enormes montañas.


Y es que vista engaña mucho, no hay más que ver lo diminuta que parece la otra cabina en esta foto.


Aquí se puede apreciar mínimamente la carretera por la que nosotras descenderíamos posteriormente.


Ya en marcha, hicimos un pequeño bucle que incluía los puertos de Pordoi, Gardena y Sella para bajar a descansar a Canazei, donde teníamos la base para esos días.


El tiempo acompañó en todo momento y el ambiente motero era espectacular, unos días para recordar.


Pero lo más llamativo eran las montañas rocosas y el contraste que ofrecían con los grandes bosques verdes de las zonas más bajas. Todo un placer para los focos.


Al día siguiente daríamos otra vuelta con final en el mismo sitio pasando por los puertos de S. Pellegrino, Guiau y Fedaia. Pocos kilómetros pero espectaculares.


El ritmo era bajo para disfrutar de los paisajes, y las parades frecuentes para inmortalizar esos momentos en preciosas fotos, ¿no crees?.


El ambiente alpino se respiraba en paisajes y pueblos, como los que habíamos visto cientos de veces en las postales.


A los pies de la Marmolada, cruzamos por el paso Fedaia…


Donde nos entretuvimos un buen rato con los paisajes y el pantano de la zona alta.


No solo estamos ante un paraíso motero, también lo es para ciclistas, alpinistas, senderistas, esquiadores y, en general, todo aquel humano al que le guste la montaña.


Finalizada la visita a esta zona, nos fuimos repitiendo el Pordoi, algo que reconozco que me encantó por su estupendo y divertido trazado.


Llegamos a Cortina d’Ampezzo, un pueblo muy conocido y de gran nivel adquisitivo. Aquí emprendimos el regreso.


Eso sí, aún nos dio tiempo a visitar el Passo Rombo ya en tierras austriacas, y a partir de ahí, emprendimos el regreso sin ninguna complicación, siempre por autopistas.