Año 01 - Mes 07: Isla de Man y Escocia 2009

Así que en el mes de Junio me planteé mi primer viaje importante, un viaje que ya tenía en mi guantera desde que salí del concesionario.



Lo primero es escoger una buena compañera de viaje, nada menos que una veterana Africa Twin, viajera incansable, con un piloto, Dani, amigo de toda la vida de Santi por lo que congenian perfectamente.



Y una vez realizados todos los preparativos, salimos de uno de los bares moteros de Asturias por excelencia, el McCharly @ Company, en Mieres.


El primer día fue un mero trámite para nosotras, solo 200 kilómetros para llegar al puerto de Santander donde ya había una cola considerable formada por motos inglesas que regresaban de sus vacaciones por España.



Tras una larga espera, comienzan los nervios de verdad puesto que nos dan paso para entrar en el ferri.



Una nueva experiencia para mí que me veo engullida por un gigante metálico que devora motos, coches y camiones sin inmutarse.


Por fin nos acomodamos junto a las decenas de compañeras inglesas, mucho más acostumbradas que nosotras a estos trajines.


Estaba muy preocupada por cómo me tratarían en el barco, pero me di cuenta que me encontraba en manos de profesionales con muchas horas de experiencia en su trabajo.


Y allí nos quedamos a descansar en las bodegas mientras Dani y Santi disfrutaban del viaje entreteniéndose con cualquier cosa, como ver a los delfines seguir al barco.


El viaje duró casi un día entero y a primeras horas de la mañana ya nos encontrábamos atracando en el puerto de Plymounth.


Cuando dejaron bajar a los pilotos a recogernos, volvieron los nervios y el estrés, esta vez acentuado por estar todos los pilotos de todas nosotras cargando y preparándose al mismo tiempo.



Al final salimos y rodamos nuestros primeros metros por el muelle.



Mas colas y por fin pasamos el último trámite de la aduana y ya podemos decir que nos encontramos en tierras de Gran Bretaña.




Según nuestros planes, esta primera etapa sería un mero trámite en el que nos acercaríamos siempre por autopista hasta la ciudad de Liverpool, conocida por ser la cuna de unos cantantes con nombre de insecto.




Pero lo que realmente destaca para nosotras de esta ciudad es que es uno de los puntos de acceso a la Isla de Man.


Un sitio mítico para nosotras, algo que se palpaba en el ambiente por la cantidad de motos que se agolpaban esperando para cruzar en el ferri


Nuestros pilotos ya estaban nerviosos entre la cantidad de motos deportivas, superdeportivas y ultradeportivas que había en la cola, con pilotos que en la mayoría de los casos superaban los 50 años pero se mantenían jóvenes enfundados en sus coloridos monos de cuero.


Como quien no quiere la cosa nos volvimos a encontrar de nuevo en la bodega de un barco, aunque es esta ocasión no nos amarraron de una forma tan profesional.



Los pilotos volvieron a curiosear por el barco aunque esta vez tuvieron poco tiempo ya que el trayecto era mucho más corto y nos encontrábamos en un catamarán, un auténtico “deportivo” del mar.



Y cuando ya comenzaba a ponerse el sol, llegamos a la Isla de Man con tiempo de sobra para buscar alojamiento en Douglas.



Nosotras nos quedamos delante de la puerta del hotel mientras Dani y Santi iban a hacer turismo por el pueblo, ya sabes, a visitar monumentos y esas cosas…


En nuestra primera mañana en territorio anglosajón, nuestros pilotos desayunaron como los humanos autóctonos por aquello de probar este tipo de comida.



Y después nada mejor que enterarse de primera mano de los sitios que deberíamos visitar, eso sí, con un inglés un tanto precario pero con el que Santi se apañaba, vamos.


Por fin entramos nosotras en acción y en poco tiempo encontramos nuestra primera cabina telefónica.


Pero el verdadero atractivo turístico para nosotras de esta isla es su circuito urbano del que destacan las instalaciones de la línea de meta, las únicas específicamente diseñadas para el trazado.



Allí pudimos hacernos una idea de por donde transcurre el recorrido que, prácticamente, da la vuelta a casi toda la isla.



Seguimos inspeccionando la recta de meta desde todos los ángulos, incluso desde la pasarela de meta…


Desde donde descubrimos una visión distinta y nos dimos cuenta de lo cerca que estaba el cementerio.


Por supuesto, los pilotos no se aguantaron y allí fueron a visitarlo, un sitio muy curioso, muy cuidado y con un aire bastante siniestro…


Acrecentado por la presencia de múltiples cuervos que veríamos durante todo el viaje, unos cuervos que no se asustaban con facilidad.


Después de visitar la línea de meta, nos dispusimos a dar una vuelta completa al circuito sin paradas, para hacernos una idea. Al finalizar la vuelta de reconocimiento nos acercamos a uno de los símbolos de la Isla de Man.


Se trata de la Great Laxey Wheel, un enorme molino de agua que en el pasado servía para inyectar aire en las minas y en la actualidad es todo un monumento representativo de la isla.


Allí hubo visita turística y, como no, unas cuantas fotos.


Después iniciamos una segunda vuelta al circuito, esta vez con varias paradas para sacarnos fotos en algunos puntos, como en esta curva con cementerio y gradas incluidas. Curioso.


Las carreras de nuestras compañeras del Tourist Trophy habían sido la semana anterior por lo que tuvimos la suerte de ver varias curvas que aun mantenían la señalización y protecciones de la carrera.


Después nos acercamos a uno de los puntos más característicos del recorrido.



Se trata de un salto producido por un pequeño puente (Ballaugh Bridge) que viene hace un badén enorme indicado por una de las señales más curiosas que había visto.

No me extraña que las compañeras deportivas salten por los aires a poco que entren más rápido de la cuenta. Para las que circulamos con tráfico abierto había un límite de velocidad de 30 millas por hora con radar incluido justo en la zona del salto como puedes ver en la foto.


Por cierto, esto me recuerda que Santi hizo un pequeño apaño para aclararse con los límites de velocidad en un país que cuenta las distancias en millas y la velocidad en millas por hora. Sencillo pero eficaz.

Al comienzo de la zona de la montaña empieza la zona del circuito más bonita paisajísticamente hablando…


Y con alguna curva interesante, porque la verdad es que no había demasiadas curvas divertidas para hacer a velocidades legales, otra cosa será para las que compiten.


Las vistas desde la zona alta eran interesantes y daba cierto respeto pensar la velocidad que alcanzarían nuestras compañeras deportivas en estos largos tramos con pocas curvas.


En la zona más alta hay incluso un paso a nivel de un pequeño ferrocarril de cremallera. Otra dificultad más para las carreras.


Nosotras visitamos un rato la estatua de Joey Dunlop, vencedor 26 veces del  TT, vamos, todo un mito.


Toda la zona se encuentra enfocada a las carreras, como era de suponer.


Al final nos entretuvimos más de la cuenta y tuvimos que bajar “ligeras” porque teníamos el tiempo muy justo para coger el ferri que ya estaba cargando los últimos vehículos.


De nuevo rumbo a Liverpool en la barriga del monstruo mientras los pilotos veían plataformas petrolíferas y aerogeneradores en pleno mar abierto.


Tras una salida un tanto caótica de la gran ciudad, enseguida cogimos una autopista que a medida que avanzaba hacia el norte iba haciéndose cada vez menos importante y menos transitadas. En cuanto entramos en Escocia buscamos alojamiento.


Amanece otro precioso día en el que los pilotos vuelven a tomarse un típico desayuno de la zona y  enseguida nos ponemos en camino abandonando al poco tiempo la autopista para meternos de lleno en las carreteritas secundarias.


Nuestro primer destino fue una noria o ascensor par a barcos situado en Falkirk, una obra de ingeniería muy curiosa, bonita y útil.


Nos pasamos un buen rato allí hasta verla en funcionamiento. En estas latitudes se utilizan mucho los ríos y canales para el tráfico fluvial.


Posteriormente nos acercamos hasta Stirling siempre por carreteras secundarias para visitar su castillo….



Pero sobre todo el monumento a Willian Wallace, todo un héroe escocés al que hay referencias por toda la zona.

Después de la visita, las fotos y los regalos, continuamos viaje hacia Fort William y empezamos a ver los primeros lagos de los muchos que veríamos a lo largo del viaje.

Uno de los principales alicientes de este viaje era descubrir los paisajes escoceses y la verdad es que no volvimos defraudadas.


Eso sí, tan escocés se volvió todo que incluso hizo acto de presencia la lluvia y la niebla tan típicas de esta zona.


De hecho, enseguida entramos de lleno en las tierras altas o High Land como dicen por allí.


Continuamos viaje por preciosos paisajes típicamente escoceses acompañados de un clima típicamente escocés.


Y continuamos descubriendo lagos por doquier, incluso avistamos nuestros primeros castillos, algunos  de ellos inaccesibles por tierra.


Lagos, montañas, monumentos, niebla… Escocia es estado puro.


El agua es el gran protagonista de esta tierra, en forma de lagos, niebla, ríos o canales, casi todos navegables y con múltiples infraestructuras para salvar los desniveles, aquí unas exclusas.


Nuestros planes nos llevaron a subir colinas y recorrer valles en un continuo avance por zonas poco transitadas siempre en dirección norte.


Estábamos disfrutando como ciclomotores con cubiertas nuevas, nos encantaba recorrer estas zonas.


Casi sin darnos cuenta llegamos a uno de esos puntos especiales de cada viaje, en este caso era un  castillo: Ellion Donan Castle.


Aquí se rodaron muchas películas aprovechando la belleza del paisaje…


Y debo decir que marchamos encantadas del entorno.


Ya solo nos quedaba buscar alojamiento para esa noche así que nos dirigimos a un  antiguo castillo que tenía varias habitaciones disponibles para alquilar en la modalidad de cama y desayuno (bed&breakfast).


Habíamos visto este sitio recomendado en varias crónicas de compañeras pero desafortunadamente no había nadie para atendernos así que nos fuimos. Al menos disfrutamos de la carreterita de acceso al castillo.


Finalmente pasamos la noche en Kyle Of Lochalsh que está justo a la entrada de la Isla de Skye  y desde el aparcamiento del hotel se podía ver el puente de acceso a la misma.


Otro “pequeño” desayuno en un día que amaneció gris y lluvioso, bueno, más que lluvioso con niebla baja.


Enseguida salimos y nos dispusimos a recorrer las carreteras de la isla después de pasar el puente que en otro tiempo fue de peaje.


Como era de esperar, los pilotos se dedicaron a visitar alguno de los pueblos de la isla. En la foto Portree con sus casas de llamativos colores en la zona del puerto.


El tiempo comenzó a complicarse y apareció una fina lluvia que nos acompañaría todo el día que hacía más impresionante aun el paisaje de estas islas.


Estábamos en nuestra primera carretera de un solo carril con “sitios de paso” y mientras inmortalizábamos el momento, Santi se ponía el traje de agua.


Desgraciadamente,  la niebla hizo acto de presencia privándonos de muchos de los estupendos paisajes que nos guardaba esta isla, no obstante, también pudimos disfrutar de sus puntos más turísticos.


Incluso los pilotos se atrevieron con la fauna local aunque estas vacas melenudas tenían bastante mala leche.


A pesar de la constante lluvia y la niebla baja, los paisajes eran verdaderamente espectaculares.


Estábamos disfrutando, realmente estábamos disfrutando del viaje.


Un poco contrariadas por el mal tiempo, salimos de la bonita isla de Skye para tomar dirección norte hasta Ullapool.


Dejó de llover, los pilotos hicieron un poco de turismo por el pueblo dedicado básicamente a la pesca.


Como era de esperar, no desaprovecharon ningún momento para hacer tonterías y pasárselo bien. Aquí estaban jugueteando con una gaviota atrevida que estaba comiendo las capturas de los pescadores directamente de las cajas.


De nuevo en marcha y de nuevo en dirección norte adentrándonos cada vez más en la Escocia profunda, con preciosas vistas de la costa y los omnipresentes lagos.


Este tramo se convirtió en uno de los más divertidos puesto que la casi totalidad de los kilómetros los realizamos por carreteritas de un solo carril con tráfico casi nulo e impresionantes paisajes.


Tampoco es que se pudiera ir muy rápido, pero nos resultó curioso el tamaño de algunas señales.


La teoría dice que el primer vehículo que llega a una zona de paso debe apartarse para dejar  paso al vehículo que viene en frente. A nosotros nos llamó la atención que prácticamente todos los vehículos que nos encontramos nos cedieron el paso y nosotras solo tuvimos que para en un par de ocasiones.


Bueno, alguno de los vehículos que encontramos por esas tierras perdidas llevaba allí muchos años abandonados.


En esta zona, los pueblecitos están a muchos kilómetros unos de otros y la sensación de soledad es enorme. No obstante, llama la atención el hecho de que te puedas encontrar las típicas cabinas rojas de teléfono en los lugares más insospechados.



Llegamos a Durness de nuevo con la lluvia como nuestra compañera durante los kilómetros y kilómetros de carreteras solitarias e impresionantes paisajes.
Finalmente llegamos a nuestro destino inicial del día, John o’Groats que está considerado popularmente como el punto más al norte de la isla de Gran Bretaña (aunque realmente no lo es). También es el inicio y/o final de una clásica ruta entre el norte y el sur de la isla tal y como anuncian los múltiples carteles que hay por la zona.

Ya no dejaría de llover y encontramos alojamiento en un pueblecito ya de la costa este de la isla donde los pilotos se hicieron fotos de esas con las que después tanto se ríen… angelitos.

Un nuevo desayuno más acorde a las costumbres españolas da paso a un nuevo día que amaneció soleado y despejado.


Nuestro primer destino del día era el punto turístico por excelencia de Escocia, el lago Ness. Los lugareños nos habían dicho que no era el más bonito pero nosotras no podíamos volver de estas tierras sin dar una vuelta a este curioso lago.


La verdad es que se asemeja más a un gran río que a un lago ya que sus casi 40 kilómetros de largo por unos dos o tres de ancho le dan este aspecto tan curioso.


Nosotras lo recorrimos en sentido inverso a las agujas del reloj comenzando en Inverness hasta Fort August para volver de nuevo a Invernes. De esa forma el lago siempre estaba de nuestro lado de la carretera y podíamos parar y admirar el paisaje con más facilidad (recuerda que circulamos por la izquierda).


El lago es un destino turístico por excelencia pero los precios de las visitas no son nada atractivos.


Así que las visitas se limitaron a los sitios gratuitos y, como no, a su icono mundial: Nessie.


Por primera vez, el buen tiempo y el calor acompañaban así que no pudimos resistirnos a refrescarnos en las aguas del lago.


Después de todo, ¿en cuántas ocasiones podré meter mis ruedas en el Lago Ness?. Además la visión a nivel del agua es muy bonita.


Por fin llegamos a Fort August y bordeamos el borde sur del lago parándonos a hacer una foto en la que se aprecia el parecido del Ness con un río.


El lado este del lago es mucho menos turístico, menos masificado, menos conocido… y las carreteras lo acusan. De nuevo carreteras de un solo sentido (Single track road) con sitios de paso (passing places) para adelantamientos y cruces (to permit overtaking).


A nosotras nos encantan estas zonas menos turísticas y además nos permiten parar en sitios más pintorescos sin problemas con el tráfico.


En ocasiones la carretería se apartaba ligeramente del lago proporcionándonos preciosas vistas libres de casi toda intervención humana: sin edificios, sin señalización, sin guardarrailes, sin rayas pintadas,…


De nuevo en Inverness abandonamos la costa y nos adentramos hacia el interior buscando un parque natural llamado Cairngorms Mountais.


En esta zona no se complican mucho la vida con el trazado de las carreteras y si hace falta subir directamente la colina, se sube, faltaría más.


Creo que en esta foto se aprecia bastante bien la pendiente que había por la zona de la bajada.


La verdad es que las carreteras escocesas son delo más divertido que conozco, tanto que en ocasiones te informan de donde empieza la diversión…


Luego que comunican por donde continúa…


Y vuelven a avisarte cuando finaliza la diversión… para disgusto de nuestros pilotos.


Pero sigamos con el viaje y las visitas ¿turísticas? Desde luego, los pilotos tienen criterios de lo más variopinto a la hora de buscar sus destinos, en este caso una de las múltiples destilerías de wisky de la zona.


Concretamente la de Chivas.


Y es que el wisky es otro de los iconos de Escocia. Esta bonita camioneta llevaba un bidón del preciado licor en su caja como única mercancía: un llamativo transporte para una preciada carga.



El viaje continuó por carreteras solitarias buscando ya la costa este de Gran Bretaña…


Aunque de vez en cuando nos metíamos hacia el interior en busca de sitios más turísticos aunque poco masificados, como el castillo de Crathes


Si bien era un castillo pequeñito y poco conocido, los jardines y alrededores parecían sacados directamente del paraíso.


El viaje continuó siempre dirección sur y por el camino nos encontramos con algunas curiosidades dignas de una foto.


En una parada para repostar nos acercamos a un pueblecito repleto de típicas casas con sus chimeneas en los laterales para ayudar a pasar los crudos inviernos.


Los pilotos aprovecharon para comer algo y sin tenerlo previsto nos encontramos con el bonito puente de Carrbrige.


Por el camino también nos encontramos a dos compañeras paradas. Nos acercamos por si necesitaban ayuda y resulta que eran españolas como nosotras.



El siguiente destino era uno de los principales castillos de Escocia, el Glamis Castle.



Impresionante edificio lo mires por donde lo mires.



De nuevo una parada para que los pilotos se refrescasen y descansasen un poco…


Hiciesen un poco el tonto imitando a las estatuas…
Y nosotras saliésemos espectaculares en el majestuoso acceso al castillo.


Al día siguiente nos acercamos a conocer la ciudad de St. Andrews que nos pillaba de paso.


Es una ciudad costera con mucho ambiente turístico…


Y que es mundialmente conocida por considerarse la cuna del golf, hecho que se ve reflejado en todas sus calles por la multitud de tiendas, campos, escuelas,…


Turísticamente hablando destacan las ruinas de su catedral…


Que están perfectamente conservadas, cuidadas y expuestas al público visitante.


Los pilotos se pasaron un buen rato turisteando.


Hasta que por fin llegó el momento de emprender la marcha bajo un incipiente sol que nos acompañaría el resto de la jornada.


La etapa de hoy era muy corta para nosotras ya que nos acercábamos a Edimburgo y los pilotos querían disfrutar de la ciudad.


Una paradita en la margen contraria de la ría para contemplar el impresionante puente del ferrocarril al lado de la carretera y por la que nosotras pasaríamos en breve.


La entrada a una gran ciudad siempre es algo estresante para mí, no me gustan y menos cuando no las conozco en absoluto.



No obstante, Santi se orientaba bastante bien con un pequeño mapa turístico de la ciudad que nos habían dado en el hotel.



Y así, entre semáforos, catedrales, cabinas telefónicas y siempre circulando por la derecha, llegamos a un bed and breakfast donde nosotras nos quedamos a descansar muy pronto, a media mañana.


Los pilotos se fueron a hacer turismo comenzando por la calle principal, la Royal Mile, principal arteria de la ciudad donde había mucho ambiente.


Quedaron encantados con la ciudad, todo un ejemplo de conservación de historia y arquitectura en una ciudad moderna.


Calles empedradas, edificios antiguos, castillo en lo alto de la ciudad (cerrado por un concierto), …



Perfectamente integrados con los taxis típicos de las Islas…




Y los no menos típicos autobuses de dos pisos que utilizaron Dani y Santi para moverse en las distancias más largas.


Como no podía ser de otra forma, cenaron pescado y patatas (fish & chips), ¡faltaría mas!.


Al día siguiente emprendíamos nuestro regreso a la Europa continental por una carretera nacional que nos encantó por su trazado y paisaje. Por ella abandonamos Escocia…


para entrar de nuevo en Inglaterra en una curiosa “frontera” bastante típica a juzgar por la cantidad de fotos que habíamos visto en crónicas anteriores.


Y no menos curioso era este cartel que nos recordaba la obligación de circular por la izquierda… a muchos kilómetros de cualquier entrada a la Isla.


Al poco rato tomamos una autopista que nos llevó a rodear Londres por una circunvalación con un tráfico caótico del que salimos momentáneamente para repostar por última vez en libras.


Una última foto para recordar nuestras andanzas por estas tierras…


Donde nos llamó poderosamente la atención su asfalto, excepcionalmente rugoso y granulado.


Hay que reconocer que hacía mucho calor y los atascos de la circunvalación de Londres hicieron mella en Dani, que no dudó en recuperarse plácidamente en un rincón del área de servicio.


Pero enseguida volvimos a ponernos en marcha para completar los pocos kilómetros que nos separaban de  Folkestone donde tomaríamos el Euro Túnel para volver a la Europa Continental.


Yo entré primero pagando el billete en un peaje similar al de cualquier autopista para encontrarme en pocos segundos encontrarme dentro del enorme complejo que tienen montado.


Enseguida entró mi amiga Africa Twin…


Y como quien no quiere la cosa, nos vimos casi de inmediato en una cola de un aparcamiento similar al del ferri de Santander, pero hablando con una señora en inglés que nos dio las instrucciones precisas.


Tuvimos mucha suerte y nuestro tren era el siguiente en salir, así que apenas esperamos 10 minutos y nos mandaron acercarnos a los muelles de embarque.


Así que recorrimos varios tramos buscando el muelle que nos tocaba hasta bajar al mismo…


Donde los operarios del tren nos esperaban y nos indicaron el procedimiento a seguir.


El tren en cuestión es funcional, rápido, cómodo y práctico, pero en mi  humilde opinión, es feo, feo, feo.


Entramos por una de las puertas de acceso laterales a la planta baja y allí recorrimos un largo túnel que no era otra cosa que el interior de los vagones sin separación entre ellos.


Las motos íbamos sobre nuestra pata lateral, con la primera velocidad metida y sin ningún tipo de anclaje. Los pilotos de pie… y luego sentados como podían. Cerraron las puertas entre los vagones y el tren arrancó. Tan solo 50 minutos de trayecto de los cuales la mayor parte es bajo el estrecho por lo que no hay mucho paisaje.


Reconozco que el trayecto no se hizo nada largo y antes de que nos diésemos cuenta ya estábamos bajando del tren en un andén de Calais, en Francia, donde de nuevo tendríamos que acostumbrarnos a conducir por la derecha.


Descansamos en un hotel a los pocos kilómetros y al día siguiente emprendimos rumbo oeste a través de varios puentes en la zona de Normandía.


Alguno de los cuales resultaba realmente impresionante.


Y antes de que nos diésemos cuenta, nos encontrábamos viendo en el horizonte el Mont Saint Michel, a donde nos dirigimos con tranquilidad.


Estamos ante uno de los monumentos más visitados de Francia y ya en la distancia parece imponente…


Pero en las distancias cortas es realmente impresionante.


Desgraciadamente las colas para entrar eran enormes y no disponíamos de mucho tiempo, así que nos limitamos a  sacar varias fotos por los alrededores…


Y  nos deleitamos con el famoso aparcamiento inundable durante la marea alta.


En esta zona se puede ver dónde llega el agua y no hace falta decir que pasaría si cualquier vehículo quedase aquí mientras sus dueños visitan el monumento.


Prometiéndonos volver con más calma, dimos por finalizado el viaje y regresamos a Asturias sin mayores historias, tan solo una manifestación de agricultores con sus tractores en la zona de Burdeos reivindicando sus  derechos. Gran atasco pero lo tomamos con calma, sus razones tendrían.