Año 05 - Mes 07: Portugal de Lés-a-Lés 2013

Como de costumbre, el viaje comienza el viernes nada más salir Santi de trabajar a las tres de la tarde. Nos pusimos en marcha camino de Fafe, cerca de Oporto. Un día típico de comienzo de viaje: Pajares, autopista en León y todo de seguido evitando peajes y parando únicamente para repostar. Cuando llegamos ya había alguna moto.


Nosotras nos quedamos en el aparcamiento del hotel bajo la misma fina lluvia que nos acompañó gran parte del viaje mientras nuestros pilotos se fueron al centro del pueblo para hacerse una idea del entorno, situarse, tomar notas,… vamos, lo de siempre.

La verdad es que llevábamos dos años tras esta excursión pero hasta esta ocasión no fue posible, y eso que la inscripción costó bastante trabajo por los trámites administrativos que exigen en el país vecino.


Al día siguiente tocó madrugar aunque no había mucha prisa, teníamos que pasar la verificación por la tarde. No obstante, era una ocasión perfecta para ir integrándose en el ambiente, en el húmedo ambiente.

Entre nuestras compañeras ganaban por goleada las BMW GS de todos los años y con todos los niveles de preparación, algunas de ellas parecía que iban a dar la vuelta al mundo tres veces seguidas sin tocar asfalto en ningún momento. Mira esta foto, aparecen hasta 9 GSs… y un scooter de 50 cc… que también acabó el recorrido.


Y es que está claro, está muy claro… ¿no?


¿Y quién decía esto?, pues una de ellas… una de estas grandes veteranas de pequeños monocilíndricos que se codearon con nosotras, motos mucho más grandes y modernas, sin ningún tipo de complejo.

También había Vespas, esos mitos rodantes que siguen dando guerra en todos y cada uno de los eventos moteros a los que asisto.

A media mañana ya se empezaba a ver movimiento, el número de compañeras creía por todos los rincones.


Los pilotos aprovecharon para hacer turismo y sacarse fotos de recuerdo con alguna que otra seña de identidad de la prueba.


Dani, mucho más sociable que mi piloto, enseguida hizo amigos “de altura” entre los miembros de la organización.

Y entre tanta gente siempre te encuentras con algún conocido, como Mariano Parellada, presidente del Club Turismoto y organizador de Pingüinos. De vuelta a Asturias nos enteraríamos que tuvo un accidente volviendo a Valladolid, nada grave por suerte. Animo Mariano.

Después de comprobar la hora de salida para la etapa prólogo, los pilotos decidieron volver al hotel a comer y descansar un poco.
La gran cantidad de paraguas abiertos da una idea del clima: lluvia fina constante, así que tranquilidad y a no desesperarse que por el norte llevamos seis meses sin ver el sol.

Y ya por la tarde, comenzó el mayor calvario de la ruta: las verificaciones. Grandes colas pero muy bien organizadas. Primero una comprobación de la inscripción para ver que todo está correcto.

Con un par de camisetas de regalo, una gorra, un parche, una pegatina, el peto de la prueba, la tarjeta para sellar, el rutómetro, mapas de carreteras de Portugal, información varia, etc, etc,… ya podíamos pasar nosotras a la cola para la verificación técnica.

Apenas hay fotos porque en un momento pasamos una revisión de documentación, seguro, ITV, carnet de conducir, neumáticos, luces, intermitentes, frenos, claxon, ruido de escape,… y cuando todo estaba correcto, te daban tres pegatinas y a esperar el turno para salir.

Nunca había tenido tantas pegatinas puestas en mi carrocería, pero me sentía feliz, ya podía decir que estaba en el Lés-a-Lés.
Mi piloto tiene bastante experiencia con rutómetros así que aprovechamos las largas colas antes de la verificación técnica para prepararlos. De esta forma, cuando llegamos a la salida solo teníamos que enroscarlos en el porta-rutómetro. Algo nuevo para Dani pero le cogió mucho gusto al tema de la navegación.

Estaba todo hablado, este sería el primer viaje en el que yo iría detrás, siguiendo rueda. Mi compañera África Twin y Dani serían los encargados de la navegación y yo disfrutaría detrás dejándome llevar, porque no hay nada como confiar en unos experimentados compañeros de ruta: Dani y su África Twin.

Y antes de que nos diésemos cuenta, ya estábamos haciendo cola para salir en la prólogo del sábado bajo una incesante lluvia, como no.

Enseguida nos dimos cuenta de lo que no esperaba, justo aquello por lo que teníamos tantas ganas de venir: carreteras locales empedradas bajo la lluvia,…

Pistas de tierra embarradas bajo una fina y constante lluvia,…

Y navegación en estado puro con constantes cambios de carretera o pista en tramos de menos de 5 kilómetros (o mucho menos), vamos, lo necesario para estar permanentemente atento al rutómetro bajo la lluvia perpetua.

Pero la lluvia no era lo malo, lo que verdaderamente deslució mucho el desarrollo de toda la prueba fue la niebla que nos impidió disfrutar de los fantásticos paisajes que anunciaba el rutómetro en varios puntos. Eso sí, alguna foto guapa con niebla también salió.

No solo había preciosos paisajes durante el recorrido sino que también pasamos por tramos del Rally de Portugal con sus saltos incluidos y perfectamente señalizados en el rutómetro.

Y también se incluía en el rutómetro diversas paradas de carácter puramente turístico y de ocio como veremos más adelante, donde los pilotos aprovechaban para descansar y relacionarse.

Después de otro buen tramo de carreteritas y pistas, llegamos a un sitio precioso escondido de todas las rutas turísticas habituales…
Donde los pilotos se dedicaron a hacer fotos y más fotos…

Tratando de inmortalizar esos momentos para compartirlos con sus amigos y recordarlos en el futuro.


Y poco más dio de sí el día, tan solo unos 30 kilómetros de prólogo para el que usamos más de tres horas. Cuando regresamos al parque cerrado a eso de las 19:30, aún quedaban bastantes compañeras haciendo cola para pasar la verificación técnica.

Después de un pequeño paseo, nosotras descansamos un rato mientras los pilotos cenaban en un polideportivo  perfectamente preparado para la ocasión…

Y se metieron entre pecho y espalda una completa y deliciosa cena. La verdad es que nos pareció que la organización se mereció un 10 en todo momento.

Llevo un rato hablando de los rutómetros y los porta rutómetros, la gran mayoría de ellos totalmente artesanales y con diseños y funcionalidades de todo tipo.

Porque al final, los rutómetros son los grandes protagonistas de esta ruta, vamos, lo que realmente la hace diferente a otros eventos similares que conozco. Tanto protagonismo les dieron los pilotos que por la noche se dedicaban a prepararlos y estudiarlos como si fuesen unos aprendices de pilotos del Dakar.

Después a dormir rápido que teníamos la salida a las 07:40. El panorama desde la ventana del hotel era totalmente distinto al día anterior: el aparcamiento estaba repleto de motos.

Después de desayunar, toca poner el rutómetro en su sitio antes de que comience a llover.

Y rápido a la salida, donde nos esperaba una gran cola que tomamos con calma. Afortunadamente llegamos con tiempo de sobra al control de salida, nos mandaron esperar y a nuestra hora en punto nos dieron paso.

Ya estamos en la salida, una foto muy deseada que debemos agradecer a los miembros de la organización que en todo momento se portaron fenomenalmente con nosotros.


Con 430 kilómetros por delante comenzamos igual que ayer: lluvia fina y constante por carreteras locales y pistas.

Llegamos al primer control donde nos encontramos con el espíritu de diversión y buen rollo del que tanto habíamos oído hablar.

Aquí nos encontramos con un grupo de personajes de la edad media que daban café a los pilotos, café hirviendo según pudo comprobar Dani que se quemó la lengua y recordó ese café durante toda la etapa.

Más carreteras locales empedradas,…

Más pistas de tierra embarradas,…

Y más lugares turísticos que visitar. Estamos metidos de pleno en el Lés-a-Lés.

Muchos controles estaban puestos en sitios verdaderamente complicados por los que tenías que pasar o te perdías gran parte de la ruta.

Eso sí, siempre tenían algún tipo de aliciente turístico.

Seguimos el rutómetro y descubrimos preciosos lugares a lo largo de la ruta.

En un constante sube y baja por las carreteritas de montaña, bajamos hasta la altura del Duero,…

Y enseguida volvimos a subir a zonas más altas donde la niebla hizo acto de presencia de nuevo evitándonos disfrutar de los paisajes indicados en el rutómetro.

Pero afortunadamente pasamos por preciosos rincones de todo tipo.

Donde muchas veces estaban escondidos los controles de paso, que se adivinaban a distancia por las colas de las compañeras que nos precedían.

El rutómetro alternaba constantemente las zonas rurales con otras más turísticas haciendo de que la ruta tuviese un continuo cambio de escenario.

Además de los paisajes y escenarios, también nos llamó la atención el recibimiento de la gente de los pueblos, ciudades y lugares de paso. La gente salía a las puertas de sus casas en los pueblos para vernos pasar. En todo momento nos saludaban, aplaudían y ayudaban a buscar la dirección correcta. Increíble.

Por otra pista accedimos a un camino que nos llevaría a uno de los sitios más curiosos de la ruta.

Se formó una gran cola y no teníamos muy claro porque.
Con una cara que reflejaba un poco de desesperación, enseguida dimos con la respuesta.


El punto de control estaba situado en un precioso paraje a la entrada de la cueva de Lobisomem donde Dani fue atacado por hombres lobo…

Y las tarjetas nos las marcó una preciosa leona.

Pero la verdadera aventura estaba en entrar a visitar la cueva por dentro que no tenía nada de particular pero el cachondeo que se formó entre todos los pilotos era monumental. Mirad por donde tenían que entrar. (Si, Santi consiguió entrar y salir sin ayuda, ¡¡¡malpensados!!!).


Continuamos por preciosas carreteras de montaña con mucha niebla para llegar al museo de Caramulo.


Los pilotos se fueron de visita turística para admirar maravillas de otra época…

Tanto de cuatro como de dos ruedas.

A estas alturas del día parece que los kilómetros no avanzan por los continuos cruces, carreteras locales, pistas de tierra,... Paramos en otro control en un bonito parque de un pueblo cualquiera.

Seguimos avanzamos por carreteras secundarias que se convierten en pistas y llegamos a otro control, este en plena pista.

Después accedemos a un precioso pueblo de montaña de calles y casas de piedra donde hubo algo de confusión con el rutómetro.


Nada preocupante, así dimos un paseo por el pueblo que bien merecía la pena.



A la salida nos esperaban más pistas y más niebla, mucha niebla, demasiada niebla.

Casi como quien no quiere la cosa, llegamos al centro geodésico de Portugal donde nos hicimos unas fotos…

Algunas más divertidas que otras, y es que el buen ambiente seguía reinando entre los encargados de marcar las tarjetas en los controles.

A medida que avanza la tarde, el rutómetro se hace cada vez más fácil y pronto llegamos por pequeñas carreteras al punto de destino del día.

Los pilotos hacen cola en el último puesto de control para sellar la tarjeta cuando ya empieza a caer la noche.

Aún queda tiempo para un par de fotos y una vuelta por el pueblo de Castelo de Vide.

Y a por el último trámite de la etapa, la cola para llegar al pódium mientras éramos vigilados por un extraño robot volador.
Primer objetivo cumplido: completamos la primera etapa del Lés-a-Lés.

Para dormir tuvimos que acercarnos a España porque ya no había plazas en ningún hotel cercano a pesar de haber reservado con tres meses de antelación. Eso sí, la elección mereció la pena.


Y nuevamente a por el ritual del rutómetro: aquí se ve a Dani quitando el del primer día.

Por supuesto, al día siguiente teníamos unas ganas enormes de comenzar así que madrugamos y nos acercamos a la salida con suficiente antelación. Nuestra salida estaba prevista para las 07:40 como ayer pero salimos a eso de las 07:15 (nos colamos un poco pero no digáis nada, eh).

Comenzamos rápido con un rutómetro mucho menos complicado que el de ayer, y enseguida nos plantamos en Elvas, preciosa ciudad que no pudimos visitar porque pasaba por allí el Presidente de Portugal y nos desviaron.

Una pena pero como lo que a nosotras nos gusta es rodar, enseguida continuamos hasta el siguiente punto de control, presidido esta vez por caballeros y reyes medievales.

Otro bonito rincón de Portugal el escogido para este control que, a la postre, se convertiría en el más complicado y el que menos pilotos sellaron.

Y es que hay que seguir el rutómetro al pie de la letra, aquí no vale “ir de un punto a otro”, si no sigues el rutómetro te pierdes gran parte del recorrido.

Hoy avanzamos muy rápido porque hay muchos menos cruces así que enseguida llegamos a otro control al lado de una piedra para los “enamorados”. Según la leyenda, tienes que tirar una piedra a lo alto de la formación rocosa y si la que tú tiras se cae al suelo y no queda arriba, tendrás un año de abstinencia. Santi no probó por si acaso.

Poco más allá había un punto de recogida solidaria donde cada piloto aportaba algo de comida para los más necesitados.

Por supuesto, también hubo visita turística al pueblo del que partía un recorrido en forma de bucle para visitar un pueblecito blanco al lado de un pantano donde vivimos una situación muy simpática debido a un pequeño error en el rutómetro que trajo de cabeza a todos los pilotos.

En un cruce de dos calles a escuadra, nosotros íbamos en dirección este mientras por la misma calle venían otras compañeras en dirección oeste  y al mismo tiempo pasaban más compañeras en dirección norte y otras tantas se cruzaban con ellas en dirección sur. Una comedia. Parecía una película de dibujos animados donde todos van a todos lados sin saber a dónde van.

Finalmente resolvimos el entuerto y llevamos a nuestros pilotos a la zona de la comida mientras nosotras descansábamos bajo el sol, por fin.


Después de la comida los tramos entre cruces se distanciaron en las largas rectas de esta zona de Portugal. En todo momento, el resto de conductores que no pertenecían a la prueba nos facilitaba el paso llegando incluso a apartarse en el caso de camiones o vehículos pesados. Todo un ejemplo.



Más controles perfectamente organizados y siempre con el mismo carácter festivo de los anteriores.


En este estampamos nuestra firma en un gran cartel que tenían habilitado al efecto.

Cuando ya creíamos que esta jornada iba a desarrollarse por completo por asfalto, salimos a una buena pista con una pequeña sorpresa.

Tantas ganas teníamos de comedia que tanto mi amiga Africa Twin como yo pasamos casi una decena de veces por el vadeo para sacar distintas fotos.



El vadeo no tenía nada de especial, enseguida llegó un grupo de compañeras y por allí vimos pasar deportivas, scooters, turísticas,… siempre con gran sentido del humor y compañerismo por parte de todos los pilotos.

La pista continuó durante varios polvorientos kilómetros de disfrute total y absoluto.


Y volvimos a llegar a otro control justo antes de otro vadeo, algo más complicado que el anterior pero fácil igualmente.



Muchísimo ambiente en el control por el que no podías sellar la tarjeta si no hacías el vadeo, todo un acierto de la organización.

Por  cierto, en este punto tenían hasta un submarino en el río para controlar el paso.

Después vinieron varios kilómetros de divertidísimas curvas por carreteras de montaña y posteriormente más pistas, fáciles, pero pistas.

Íbamos muy bien de tiempo, el clima acompañaba, el paisaje era precioso… así que nos lo tomamos con calma.

Según el rutómetro quedaban pocos kilómetros de pista y luego otros pocos de carretera.

A estas alturas tanto nuestros pilotos como nosotras mismas estábamos cubiertos de polvo.

Pero nos daba igual, la ruta estaba cumpliendo nuestras expectativas.

 Y por fin llegamos a la costa sin novedad.

Últimas visitas turísticas del día…

Con preciosas vistas de la playa y los pueblecitos costeros…


Para terminar en una gran cola en la que Santi miraba incrédulo a los pilotos de mis compañeras más pequeñas: ciclomotores, vespas, 125s, etc.


Tan solo habían salido un par de horas antes que nosotros pero ahí estaban después de haber completado todo el recorrido como nosotras.

Finalmente pasamos el último pódium de la prueba justo antes de anochecer. Los pilotos cenaron y emprendimos camino ya de noche a buscar un hotel en  Lagos, en la zona de El Algarbe.

Al día siguiente teníamos prevista una excursión por la Sierra de Ronda que comenzaría en Zahara de la Sierra.

Desgraciadamente, en cuanto acabamos la visita al pueblo y comenzábamos la subida al puerto de Las Palomas, noté que algo iba mal en mi motor.


Dani y Santi decidieron examinar mis bujías por si podía venir de ahí el problema así que cogieron la herramienta y comenzaron a trabajar.
Como nos temíamos, parecía que la avería era más grave de lo que parecía en un primer momento.
No quedaba otra, nos pusimos en contacto con el servicio de asistencia en carretera…

Y me cargaron en una grúa para llevarme a un taller cercano para una revisión rápida.


Una foto más de mi viaje en grúa, para que no se diga que no viajé en todo tipo de vehículos.

Me llevaron a un taller en Jerez de la Frontera donde dijeron que “parece que tiene algo roto dentro”, así que la reparación no iba a ser inmediata. Parece ser que con 274.861 kilómetros, mi motor ya se resiente un poco.

Pues nada, mejor me voy a mi taller de confianza con mi mecánico de toda la vida que me conoce y me entiende, así que de nuevo llamamos a la grúa para que me devuelvan a Asturias dando por finalizado un viaje de mala manera por primera vez en mi historia.