Año 02 - Mes 04: Marruecos 2010

El caso es que ya llevo cinco meses sin salir de España y dos sin apenas salir de Asturias  y a una le corre aceite viajero por sus latiguillos… ¡por supuesto!. Repasando mi primer año, me di cuenta de que ya llevo recorridos unos cuantos países europeos, así que me propuse irme a otro continente… Vamos, que bajé a Marruecos. 


En mi primera incursión en tierras africanas decidí no fiarme de mi  piloto e ir a lo seguro, así que bajé con unos profesionales, la gente de SoliSol Travel, especialistas en este tipo de viajes y con varias excursiones a sus espaldas que acabaron siendo más que unos magníficos guías y compañeros, unos AMIGOS GENIALES.

El viaje comenzaba el viernes por la noche con una cena en Algeciras para conocerse y todo eso, así que yo salí muy temprano para visitar algo por el camino.


Aunque el día estaba un tanto gris y llovió débilmente durante el viaje, puede disfrutar de unas preciosas vistas de los molinos y el castillo de Consuegra, en Toledo.


Después seguí avanzando y me paré a visitar Ciudad Real, pero solo de pasada, que no había mucho tiempo.

Por el camino me encontré con este curioso monumento en una rotonda de Puertollano.



Y más al sur con esta enorme silla en un polígono industrial ya en tierras andaluzas.



Desde luego, hay que ver la de cosas que se encuentra una por estas carreteras si se circula con precaución… ya sabes.

La lluvia siguió acompañándome intermitentemente pero no consiguió impedirme disfrutar de los bellos paisajes y pueblos del sur.



Como llegué con tiempo de sobra a Algeciras, aproveché para visitar la Línea de la Concepción y ver de lejos el Peñón de Gibraltar bastante deslucido por la niebla.


Después ya al hotel donde me encontré con muchas de las que serían mis compañeras de viaje y comenzaron a entrarme unas holguras de rodamientos terribles al ver a aquellas poderosas compañeras.


Santi cenó con los que serían sus compañeros de viaje y al día siguiente estábamos de los primeros en la cola para embarcar y antes de que me diese cuenta ya estaba de nuevo amarrada en la bodega de un barco.


El viaje hasta Ceuta fue muy corto, los que se hicieron eternos fueron los trámites administrativos en la frontera para entrar en Marruecos hasta que unos míseros euros resolvieron el tema y por fin me hallaba por primera vez en suelo marroquí.

Después de unas carreteritas de costa hicimos la primera parada turística para que los pilotos visitas Asilah.

Se trataba de un bonito pueblo costero pintado de blanco y azul y muy enfocado al turismo, al menos la zona que visitaron.

Emprendimos viaje de nuevo y por autopistas nos dirigimos al hotel que estaba en una de las ciudades más grandes de Marruecos, Casablanca.


Al día siguiente los pilotos se fueron de turismo a visitar una mezquita. Mira a Santi delante de la mezquita de Casablanca en pose TT, vamos, Turista Total.

Entraron a visitarla, ya sabes, que si baños, que si reliquias, que si decoración… vamos, nada interesante para nosotras.

Menos mal que de tarde nos tocó salir de nuevo a rodar en un país en el que las motos somos un medio de transporte muy habitual… ¡¡¿¿Qué es eso??!!

Ya había oído hablar de motos con más de dos humanos a bordo, pero nunca lo había visto… y volví a pasarlos más adelante. Durante el viaje vi más casos y ya no me llamaron la atención.

La etapa de hoy tampoco fue especialmente divertida, solo unos 240 kilómetros hasta Marrakech por aburridas autopistas con indicaciones de lo más curiosas.


Ya en la ciudad y después de pasar una verdadera odisea en la entrada debido al caótico tráfico de Marruecos, quedamos estacionadas en el aparcamiento del hotel donde me sentí un pelín acosada por las que creí que serían las que más disfrutarían de este viaje por ser las mejor adaptadas: mis compañeras BMW GS.

El día siguiente fue de descanso para nosotras mientras los pilotos conocían la noche en la plaza de Jamaa el Fna donde pilotos, turistas y lugareños se mezclaban por todos lados.

Al día siguiente Santi tenía programadas visitas y más visitas: mezquitas,…

El zoco,...

La plaza,…

Hasta se hizo la famosa foto con la serpiente.

El día transcurría tranquilo hasta que Manel, el piloto de Eloise, una preciosa Varadero azul, fue mordido por una de esas serpientes y pasó una auténtica epopeya en un “hospital”. Puedes  leer su crónica de este viaje y el detalle de dicha epopeya en este enlace de su blog: hoy salgo en moto


Por fin al día siguiente parece que nosotras cobraríamos protagonismo así que Santi madrugó más que los demás para hacerse unas fotos conmigo en Marraketch.


Mira que guapos salimos ante la Kutubia, de la que dicen que es una copia de nuestra Giralda.


Y aquí en la plaza de Jamaa el Fna aunque no se aprecia muy bien por lo enorme que es.

Después de este pequeño “¿STOP?”, emprendimos ruta de nuevo.

Enseguida una paradita en las gasolineras del país…

Y antes de que me diese cuenta ya habíamos abandonado la zona norte del país para adentrarnos en el Marruecos profundo.

Además, sin darnos cuenta comenzamos a subir un puerto con bonitas curvas y un paisaje bastante desértico.

Aquí se puede ver el paisaje y la carretera por la que ascendí, si te fijas se ven tres niveles de dicha carretera.

Casi en la parte más alta, nos paramos a disfrutar del paisaje y no hicimos una foto para el recuerdo.

Por supuesto, arriba del todo nos hicimos la foto para constatar nuestro paso por el Col de Tichka a nada menos que 2.260 metros de altura.

Después de las fotos, los recuerdos, el refrigerio y demás cosas que se suelen hacer en estas paradas, emprendimos el descenso por mas curvas… o algo así.

Si antes creía estar en el Marruecos profundo, cada vez me doy cuenta de que me acerco a la zona más auténtica de este país, con un paisaje que se va “desertizando” kilómetro a kilómetro.

Y después de finalizado el descenso del puerto, las rectas y el desierto hacen acto de presencia. Un desierto que no era exactamente lo que yo esperaba… aún.

Los pueblos que íbamos atravesando tenían una arquitectura de color ocre muy peculiar que se confundía con el resto del entorno. Desgraciadamente parecían bastante descuidados…

Hasta que apareció delante de nuestras pantallas esta impresionante vista.

Se trataba del espectacular pueblo de Ait Ben Haddou que sirvió de escenario a múltiples películas.

Antes de la comida, visita libre para los pilotos…

Por las callejuelas de la ciudad…

Y bonitas panorámicas.

Como no podía ser de otra manera, después de comer me acerqué para salir yo también en la foto…

Y eso que los organizadores del viaje no me dejaron cruzar el río a pesar de lo mucho que insistí. Hubiese quedado una foto preciosa.

Al menos conseguí mi primera foto con dromedarios.

Seguimos ruta atravesando Ouarzazate…

Donde descubrí el buen gusto para los grafitis que tienen algunos lugareños.

Seguimos avanzando por pequeños pueblos…

Y llegamos al último destino del día, las gargantas de Dades donde se nos hizo de noche y no pude sacarme ninguna foto decente.

Al día siguiente nos despertamos con esta bonita vista desde el hotel.

Y antes de emprender la marcha, nos hicimos una foto “de grupo”.

Pero yo prefiero esta con mis dos nuevas amigas (Varapunki con su piloto Kikón que venían desde Guadalajara, Eloise con su piloto Manel desde Cataluña y yo, con Santi, desde Asturias).

Hoy tocaba otra visita a otras gargantas, pero antes una foto con los tonos marrones y verdes característicos de esta tierra.

Por fin llegamos a las impresionantes gargantas de Todra.

Como había parada para descansar y eso, aproveché para hacer unas cuantas fotos de este entorno tan espectacular.

No deja de sorprenderme lo que es capaz de hacer la naturaleza.

Y de nuevo en marcha, que ya tenía ganas. Atravesamos otro de estos curiosos pasos que parece ser que son el límite que marca las distintas provincias.

El tiempo no acompaña mucho y tenemos una pequeña tormenta de arena que hace que parte del desierto invada la carretera. Nada preocupante.

Hasta que por fin llegamos a un hotel donde nos esperaba este pequeñín perfectamente adaptado a las características de este terreno.

Comida, tertulia y, por fin… mi primera foto en el desierto. Aunque no era lo que yo esperaba… aún.

Acamparíamos durante dos noches en casa de Alí el Cojo. ¿Adivinas el porqué del sobrenombre?.

A la mañana siguiente les tocó madrugar a los pilotos para hacer una excursión en dromedario.

Se suponía que iban a ver salir el sol tras las unas pero el tiempo no acompañó y no vieron nada, solo un precioso paisaje, eso sí.

Después del desayuno estaba planificada una ruta alrededor de las dunas de Erg Chebbi con mi GRAN amigo portando a la mayoría de los pilotos.

A parte de las vistas, el viaje incluía bailes locales…

Minas abandonadas…

Y curiosos pueblos.

El viaje no estuvo exento de aventuras puesto que el camión se averió y tuvieron que hacer el resto del trayecto en distintos todo terrenos.

Y hasta tuvimos que sacar alguno atascado en la arena.

El paseo finalizó con la visita a una de las muchas explotaciones de fósiles que hay por la zona.

Después de comer, los pilotos tenían la tarde libre y la mayoría optó por visitas turísticas a Merzouga o sitios similares. Sin embargo, y después de insistir durante todo el viaje, llegó mi momento.

El guía de la excursión nos había prometido una pequeña incursión en las dunas para “las más osadas”. Al final fuimos yo… y la BMW F600 del guía. Menos mal que a última hora se animó mi amiga Varapunki y más tarde aún, una bonita BMW GS1200.

Por fin, mi sueño de Maxi trail se veía realizado, ahí estaba yo con mis ruedas metidas en la arena del desierto. ¿Acaso lo dudabas?.

Vamos, que me faltó tiempo para tirar duna arriba…

Duna abajo…

Duna a través…

Disfrutando de la inmensidad del desierto…

y de sus palmeras….

Eso sí, con sus más y sus menos…

Pero disfrutando y escarbando en la arena como una auténtica campeona…

Hasta llegar a sacarme la foto más deseada: yo sola (sin el “paquete” de mi piloto) y enterrada en la arena hasta el eje… ¡¡¡que gozada!!!. ¡Me encanta ser una maxi trail!.

Tan solo fueron un par de horas y tan solo fueron 12 kilómetros porque se nos echó la noche encima pero… ¡¡¡qué momentos para una maxitrail!!!.

Se que no soy la mejor moto para meterme en estos berenjenales, pero… ¡¡¡me lo pasé genial!!! y … ¡¡¡QUE ME QUITEN “LO RODAO”!!!.

Al día siguiente tocaba despedirse de mi aventura en el desierto aunque tanto a Santi como a mí nos costaba separarnos de esas dunas que teníamos tan, tan cerca.

Nos despedimos con nostalgia de nuestro alojamiento estos días…

Y, por supuesto, de nuestro anfitrión Alí.

Mi aventurilla en el desierto quedará grabada en mi centralita.

A partir de ahora, siempre iremos rumbo norte contemplando los paisajes donde el intenso verde delata los cauces de los ríos.

Alguna que otra parada para hacer turismo…

Y enseguida dejamos atrás la impresionante cordillera del Atlas.

Se suponía que en esta parada veríamos monos pero hoy estaban esquivos. Al menos nos reencontramos con la vegetación y las curvas.

Tan solo quedaba la visita a la ciudad de Fez para hacer noche y a la mañana siguiente un breve paseo hasta Rabat donde embarcaríamos de vuelta a la Península.

Y ya vemos llegar el ferri que nos devolvería a España al anochecer dando por finalizado el viaje “organizado”.

No obstante, como Santi tenía aun días de vacaciones y aprovechando que estábamos en Algeciras, decidimos volver a embarcarnos para cruzar a Ceuta de nuevo pero de forma más tranquila.

El primer ferri de la mañana nos dejó con un bonito día de sol que aprovechamos para visitar los sitios en los que Santi había hecho el servicio militar (“la mili”) en 1.988.

Según el impresiona ver en que ha quedado lo que fue un precioso edificio que albergaba miles de reclutas. Al menos su segundo destino tenía mejor pinta, incluso le dejaron entrar a visitar las instalaciones (muy cambiadas) mientras yo esperaba fuera.

Tras las visitas de rigor, solo nos quedaba disfrutar del resto del día, así que aprovechando los conocimientos de Santi de la zona de hace mas de 20 años, subimos a un precioso mirador desde donde se divisaba toda la ciudad.

Bueno, vale, no se ve muy bien. ¿Qué te parece esta otra?.

Por último, nos acercamos a sacar una foto con la Mujer Muerta…

Y como Ceuta es pequeñita, a medio día ya habíamos visto todo lo que queríamos.

Tras cruzar de nuevo a Algeciras, decidimos adentrarnos en Gibraltar. Total, ya que estábamos allí…

Va una foto con el faro de Punta Europa.

Y ahora una de la bahía desde lo alto.

Pero, ¿Qué es lo más representativo del Peñón?. Exacto, los monos.

Otra foto.

Al día siguiente continuamos viaje poniendo rumbo a punto más al sur de la península, Tarifa.

Y de ahí nos dirigimos a uno de nuestros centros de peregrinación por excelencia, el Circuito de Jerez.

A medida que iba pasando el día, el tiempo empeoraba y cuando nos acercamos a visitar el curioso pueblo de El Rocio, el tiempo ya era decididamente malo.

Comenzó a llover de forma fuerte y constante así que, sin más, decidimos dar por terminadas las vacaciones porque para aguantar la lluvia ya tengo mi tierra natal. Además aproveché para hacer una limpieza a fondo de la arena del desierto que se me había metido por todos los rincones.