En el mes de Septiembre también llegó mi otro gran viaje
el año. Mi compañera y amiga PanEuropean 1300, con su veterano piloto “El
Roxu”, me invitaron a acompañarlos a los Alpes, así que antes de darme cuenta
estaba asomada al lago Di Como.
El viaje hasta allí no tuvo mayor historia, tan solo
autopista de transición durante un par de días. Pero a la mañana siguiente
comenzarían los puertos y los paisajes increíbles, comenzando por este curioso
puente de ferrocarril.
Se encuentra en el norte de Italia, en la vertiente sur
del Passo del Bernina. Esperamos un poco y pudimos ver ascender uno de los
múltiples trenes de cremallera que hacen el tramo entre Tirano y St. Moritz.
Impresionante ver como ascendía por las empinadas cuestas
de mi primer puerto alpino. De hecho, es un tren más turístico que funcional y
se podía ver que iba casi completo.
Después de las fotos seguimos ascendiendo hasta coronar
el puerto por encima de los 2.200 metros y ya en tierras Suizas. Varias
fotos con las nieves perpetuas y el lago con las aguas de un extraño color…
Y emprendemos la bajada por la misma vertiente pero
desviándonos enseguida hacia el este para pasar el puerto de Forcola di Livigno
que nos devolvería otra vez a Italia.
Bajamos al valle y cruzamos otro puerto importante donde
los paisajes son, si cabe, más espectaculares. En este caso se trababa del
Passo Foscagno que nos llevaría a Bornio. Allí buscamos alojamiento y nos
dispusimos a atacar el puerto del día, uno de los objetivos de este viaje.
Comenzamos la ascensión nada más salir del pueblo y las
vistas y la carretera son fantásticas desde los primeros kilómetros. Tan solo
algunos túneles estrechos y oscuros entrañan alguna pequeña complicación, pero
nada serio.
Estamos en la ladera sur, la menos conocida de este
puerto, y aun así muestra un trazado sinuoso y espectacular.
Después de varios kilómetros de puerto, muchos kilómetros
para lo que estoy acostumbrada, por fin corono el Passo dello Stelvio, un
puerto que Santi y El Roxu habían decidido hacer este año justo el día que mi
piloto me encargó en el Concesionario.
Como no, Santi se sacó la típica foto con la zona alta de
la vertiente norte, la más conocida.
Y como no, nosotras emprendimos la bajada por esa
vertiente para conocerla, faltaría más.
De este puerto poco se puede decir que no se haya dicho ya, su fama de “el puerto de los puertos” la tiene bien merecida por sus paisajes excepcionales…
Y sus míticas curvas o Tornantis como dicen por allí.
No es un puerto especialmente divertido para disfrutar de
la conducción por sus constantes curvas cerradas de primera, pero realmente
merece la pena admirar el trabajo que implicó su construcción
Curvas enlazadas sobre muros imposibles, incluso en
voladizo para salvar el gran ddesnivel. Todo un alarde de tecnología de otra
época que resiste el paso del tiempo y las inclemencias de la climatología de
la zona (durante todo el invierno el puerto permanece cerrado por la nieve).
De nuevo bajamos a Bormio y no pudimos resistirnos a
hacernos mas fotos. Aquí las tres protagonistas: PanEuropean, RT1200 y yo, con
El Roxu, Fernándo y Santi respectivamente sobre nuestros asientos.
Mi primer día por los Alpes concluyó sin novedad y con la
visita a algunos de los puertos más representativos de esta zona. Realmente
estaba disfrutando del viaje.
Al día siguiente salimos de Bormio en dirección sur para
atacar otro coloso de las etapas del Giro: El Mortirolo.
Impresionantes rampas por una carretera muy estrecha y
cerrada por la vegetación en su parte baja. Este puerto había un monumento al
ciclista Pantani (el Pirata) donde los pilotos se sacaron varias fotos y
estamparon su firma.
En la zona más alta se abre el paisaje y las vistas son
fantásticas. Aquí las tres protagonistas en fila en lo alto del puerto.
Realmente se llama Passo della Foppa pero todo el mundo
lo conoce como “el Mortirolo”. Cosa de humanos.
Seguimos la misma rutina del día anterior: bajamos el
puerto y casi inmediatamente comenzamos a subir el siguiente, el Gavia, otro
gigante de los Alpes. Comienza metido entre los frondosos bosque de la zona…
Para atravesar posteriormente un paisaje más abierto con
amplias vistas de los picos y valles cercanos.
Aquí estamos posando delante del letrero a más de 2.600 metros de
altura.
Mucho ambiente es todos los puertos, aquí me encontré con
esta veterana compañera de marca en perfecto estado de marcha.
Por la vertiente contraria a la que ascendimos se vuelve
a bajar a Bormio, pero nosotras solo nos asomamos unos pocos kilómetros puesto
que nuestros planes nos llevaban en sentido contrario.
En la bajada por el mismo lado paramos de nuevo a admirar
el paisaje y sacar algunas fotos.
Me quedan cortos los adjetivos porque en realidad, las
fotos no hacen justicia a lo que podían ver nuestros focos.
De vez en cuando hacíamos paradas más técnicas donde no
era raro encontrarse con otras compañeras venidas de España para disfrutar de
este paraíso motero.
Al día siguiente comenzaría nuestra aventura por el otro
objetivo del viaje: los Dolomitas. Un auténtica delicia para rodar tanto para
nosotras como para nuestras compañeras sin motor.
Esta es la zona más al este de los Alpes y destaca por
sus majestuosas formaciones rocosas que abundan por todos lados.
Por supuesto, los puertos necesarios para unir las
localidades que hay por aquí no dejan indiferente a ninguna moto por su
fantástico trazado, su cuidado asfalto y sus magníficos paisajes.
Hablando de paisajes, el Roxu logó convencer a Fernando
y, sobre todo a Santi, (que es un miedoso para el tema de las alturas) y se
fueron los tres en un teleférico a regalarse unas vistas dignas de recordar
para siempre.
Después del mal trago y a más de 3.000 metros de
altura, Santi disfruto de unas panorámicas sencillamente espectaculares, no
caben más adjetivos.
El teleférico es utilizado por multitud de senderistas
que en la parte alta del mismo encuentran una enorme red de caminos señalizados
para la práctica de su deporte favorito.
No obstante, algunos tienen la osadía de subir hasta allí
andando… o más bien trepando y/o escalando. Desde la cabina del teleférico
apenas se distinguían entre las enormes montañas.
Y es que vista engaña mucho, no hay más que ver lo
diminuta que parece la otra cabina en esta foto.
Aquí se puede apreciar mínimamente la carretera por la
que nosotras descenderíamos posteriormente.
Ya en marcha, hicimos un pequeño bucle que incluía los
puertos de Pordoi, Gardena y Sella para bajar a descansar a Canazei, donde
teníamos la base para esos días.
El tiempo acompañó en todo momento y el ambiente motero
era espectacular, unos días para recordar.
Pero lo más llamativo eran las montañas rocosas y el
contraste que ofrecían con los grandes bosques verdes de las zonas más bajas.
Todo un placer para los focos.
Al día siguiente daríamos otra vuelta con final en el
mismo sitio pasando por los puertos de S. Pellegrino, Guiau y Fedaia. Pocos
kilómetros pero espectaculares.
El ritmo era bajo para disfrutar de los paisajes, y las
parades frecuentes para inmortalizar esos momentos en preciosas fotos, ¿no
crees?.
El ambiente alpino se respiraba en paisajes y pueblos,
como los que habíamos visto cientos de veces en las postales.
A los pies de la Marmolada, cruzamos por el paso Fedaia…
Donde nos entretuvimos un buen rato con los paisajes y el
pantano de la zona alta.
No solo estamos ante un paraíso motero, también lo es
para ciclistas, alpinistas, senderistas, esquiadores y, en general, todo aquel
humano al que le guste la montaña.
Finalizada la visita a esta zona, nos fuimos repitiendo
el Pordoi, algo que reconozco que me encantó por su estupendo y divertido
trazado.
Llegamos a Cortina d’Ampezzo, un pueblo muy conocido y de
gran nivel adquisitivo. Aquí emprendimos el regreso.
Eso sí, aún nos dio tiempo a visitar el Passo Rombo ya en
tierras austriacas, y a partir de ahí, emprendimos el regreso sin ninguna
complicación, siempre por autopistas.
Santi como siempre espectacular!!!!!! este año estuve allí pero el Stelvio se me ha resistido.
ResponderEliminarUna pena Dani, aunque no es el mas guapo, ni el mas bonito para rodar, ni el que mejores paisajes tiene... ¡ES EL STELVIO!. Tranquilo, seguro que habrá otras ocasiones.
EliminarUna gozada pillar los Alpes con este tiempo tan bondadoso, las grandes montañas con tiempo soleado ganan mucho. Buen reportaje y preciosas vistas.
ResponderEliminarEstoy contigo el Stelvio para montar en moto no es divertido, llega a ser cansado -con agua no te digo- pero es impresionante.
Saludos Santi
La verdad es que cualquier viaje gana mucho con buen tiempo. Si además hablamos de los Alpes donde el tiempo cambia radicalmente en cuestión de minutos, tengo que reconocer que tuvimos una suerte tremenda.
EliminarMe ha encantado!!! Vaya fotos. Pillar semejante espectáculo natural con ese tiempo es una gran suerte.
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