De todas formas, mi amiga PanEuropean con su piloto, El
Roxu, me ofrecieron unirme a un pequeño grupo que se acercaría a ver el Tour de
Francia a su paso por los Pirineos.
La verdad es que era una ocasión que no podía dejar pasar
así que sin pensármelo dos veces, Santi cogió tres días de vacaciones y antes
de que nos diésemos cuenta estaba en una cuneta del puerto de Ordino-Arcalís,
en Andorra.
Después de toda una mañana esperando a los ciclistas bajo
un sol de justicia, comienza a aparecer la caravana publicitaria. Todo un
espectáculo que desconocía y que me gustó mucho.
Era increíble la cantidad de vehículos de todo tipo
disfrazados según la marca publicitaria
a la que representaban.
Algunos daba la sensación que no podían ver por donde
circulaban, o que directamente se iban a desarmar en cualquier moento. Pero no,
ahí estaban subiendo las fuertes pendientes y repartiendo alegría y regalos a
su paso.
Algunas compañeras también formaban parte de esta
caravana llevando a unos “ciclistas muy particulares”.
Un buen rato después empezaron a aparecer los
helicópteros, claro aviso de la proximidad de los ciclistas.
Nuestras compañeras de los servicios de seguridad se
hacían cada vez más numerosas y enseguida aparecieron las primeras motos de
enlaces, comisarios, periodistas,…
¡Ya estaban aquí!. El pelotón subía compacto y a penas
pudimos distinguir a los corredores, pero el espectáculo era grandioso.
Al día siguiente subimos a Envalira a primera hora para
verlos pasar de nuevo y ya a medio día emprendimos nuestro camino abandonando
Andorra y subiendo al puerto de Cantó.
Después bajaríamos a Sort y subiríamos la Bonaigua parándonos a
deleitarnos con los paisajes pirenaicos de esta zona…
Y con el trazado de la zona norte de este puerto por su
ladera este, toda una serie de curvas para disfrutar.
Arriba me saqué una foto en el mismo punto que en Semana
Santa, aunque esta vez con mucha menos nieve. Busca aqui el mismo puerto cuatro meses antes.
Y ya al día siguiente cogimos sitio de nuevo en una
ladera del Col d’Apin donde volvimos a ver la caravana con su mascota
principal…
Y sus azafatas refrescándonos un poco, que el calor era
terrible a esas horas.
De nuevo llegaron los ciclistas en pelotón con el maillot
amarillo entre ellos.
La verdad es que el despliegue de medios técnicos de esta
prueba es increíble.
Reguresamos al hotel en Vielha por el Col de Val
Louront-Azet.
Ese día nos encontramos con una amiga que viajaba en
solitario y se unió a nosotras para realizar al día siguiente un estupendo
recorrido por los puertos más míticos del Tour de Francia, comenzando por el
Col de Peyresourde…
Hasta el puerto de los puertos Pirenaicos Franceses, el
Col du Tourmalet donde, desgraciadamente, faltaba el letrero.
Después el Col de Soulor con un tiempo fantástico…
Y a pocos kilómetros el Col d’Aubisque con una niebla
cerrada que apenas nos dejaba ver las rayas de la carretera.
Afortunadamente, en la bajada se despejó la niebla y
pudimos disfrutar del paisaje.
Impresionantes los paisajes de los Pirineos los mires por
donde los mires.
Y siempre da gusto encontrar a una compañera de la misma
familia…
Con la que rodar algunos kilómetros en buena compañía.
Dimos por finalizado el viaje y volvimos a Asturias
aprovechando algunos puertecillos y carreteritas secundarias que nos pillaban
de paso.
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