De ahí me acerqué a Navarra por donde entré en Francia a través de Roncesvalles y el puerto de Ibañeta con una niebla bastante espesa.
Aunque no descubrí demasiados paisajes, si pude disfrutar de carreteras de curvas preciosas pero con cierta prudencia debido a la lluvia constante.
Lluvia que me obligó a cancelar algún puerto por encontrarse cerrado debido a desprendimientos y corrimientos de tierra.

Lluvia que me obligó a cancelar algún puerto por encontrarse cerrado debido a desprendimientos y corrimientos de tierra.
Niebla, lluvia, frío y nieve por todos lados, tanto que en ocasiones apenas veía los carteles de los puertos por los que crucé.

Poco a poco fui avanzando por los pirineos en dirección este hasta llegar a Canfrac para visitar su famosa estación de ferrocarril abandonada, toda una preciosidad y todo un desperdicio de medios, recursos y trabajo, una pena.

Unos kilómetros más allá, unos cuantos puertos más allá y unos cuantos kilómetros más allá, fui a visitar el precioso pueblo de Vielha con su arquitectura característica.
El siguiente paso era ascender el Port de la Bonaigua con una fina lluvia constante y algunos tramos con nieve en la carretera pero nada especialmente preocupante.
Afortunadamente, la bajada por la vertiente contraria en dirección a Sort se encontraba más despejada y pude disfrutar de los impresionantes paisajes pirenaicos de este puerto.
El contraste de sol y sombra a primeras horas de la mañana es impresionante por estas latitudes.
Después de abandonar Andorra me dirigí al norte adentrándome en Francia en busca del auténtico destino del viaje.
Y así llegué a Carcassonne, un lugar del que había leído maravillas en infinidad de crónicas de motos viajeras con decenas de miles de kilómetros en sus chasis.
Y así llegué a Carcassonne, un lugar del que había leído maravillas en infinidad de crónicas de motos viajeras con decenas de miles de kilómetros en sus chasis.
Como íbamos un poco a la aventura, nos perdimos por la ciudad moderna hasta que preguntamos y ya nos indicaron correctamente donde estaba la zona de “la Cité”.
Aun así me despisté un poco y aparqué en la zona trasera, pero nada que no se pueda remediar con un buen paseo andando por parte de Santi.
La zona de las murallas está realmente bien conservada, todo un placer para la vista.
Una vez aparcada, Santi se fue a hacer turismo durante un par de horas por el interior descubriendo muchos rincones encantadores...
Como el castillo separado por un foso y con un
pequeño puente de piedra como único acceso…
O la catedral que se aparecía majestuosa dentro
de las murallas.
Cuando volvió mi piloto de su visita y ya situados, dimos una vuelta alrededor de la Cité para despedirnos de Carcassonne y, posteriormente, de Francia.
Volvimos a España por el Col d’Ares y de ahí nos acercamos a Rives de Freser donde comienza el acceso al Monasterio de Nuria.
Es curioso el acceso a este santuario ya que se hace por medio de un tren de cremallera, uno de los poquísimos en activo que tenemos en España. Nosotros solo pudimos llegar a un pueblecito llamado Queralbs.
Dando por finalizado el viaje, emprendí el regreso pasando por Soria y haciéndome fotos en sitios tan bonitos como este en el que se ve la sierra del Moncayo al fondo.
Dando por finalizado el viaje, emprendí el regreso pasando por Soria y haciéndome fotos en sitios tan bonitos como este en el que se ve la sierra del Moncayo al fondo.